Sánchez ya tiene a su yonki del dinero

La DANA, la tragedia humana, la gestión previa y posterior y el rifirrafe político, ha copado la actualidad. Un predominio que, sin duda, se mantendrá ... en los próximos meses tal y como corresponde al mayor desastre natural del siglo. La catástrofe ha eclipsado a otros personajes de actualidad. Vean al exministro Ábalos, salpicado por el caso Koldo, o el exdiputado Iñigo Errejón, denunciado por agresión sexual. Pero todo terminó este jueves. Víctor de Aldama, cabecilla de no sabemos ya cuántas tramas corruptas, disparó contra todos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su mujer Begoña Gómez y ya, como guinda del pastel, a Santos Cerdá, secretario general del PSOE a quien, según el relato autoincriminatorio, le entregaron 15.000 euros para un propósito quizá inconfesable. De igual modo, sumó a la terna de comisionistas al ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres. Sin contemplaciones. Con pocas pruebas, la verdad. Y también esto resulta importante destacarlo. La explosiva comparecencia recuerda a la de Marcos Benavent, autobautizado como yonki del dinero en su reaparición estelar en la Ciudad de la Justicia de Valencia. Para la historia judicial valenciana queda aquello de «va a salir mierda a punta pala» o el más cruel de «voy a hacer daño a mucha gente». Sentencias que también encajan en la comparecencia de Aldama. Su declaración debe ser acogida con todas las reservas y cautelas. No se puede olvidar que su situación procesal le permite mentir y, además, busca exhibir una colaboración con la Justicia para tratar de salir en libertad. Exactamente igual que en su día Marcos Benavent que utilizó aquella comparecencia para mostrar su voluntad de colaboración con la Justicia y evitar un ingreso en prisión que, tras pasar meses viajando por medio mundo, se daba no como posible sino más que probable. Aquel testimonio -y una sucesión de comparecencias posteriores- acorraló a buena parte de la dirigencia del PP y hundió, por ejemplo, al PP de Valencia que tardó ocho años en limpiar aquella mancha de corrupción. El partido quedó señalado, en estado de shock permanente. Y Marcos Benavent se convirtió en personaje de la escena nacional, agitador del tablero político. No sólo sorprendía la corrupción en la Comunitat sino la singularidad de sus protagonistas. Lo de Aldama amenaza con convertirse en una réplica del controvertido personaje valenciano que, años más tarde, conviene también recordarlo, pasó a ser un auténtico saboteador de todas las investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción. Uno y otro coincidían con una supuesta financiación ilegal de los partidos políticos. Parece sorprendente que aún hoy, algunos partidos mantengan una caja B. En 2006 y 2007, por parte de los populares, se demostró que la financiación ilegal del PP era una realidad. De hecho, fueron los propios empresarios quienes confesaron a cambio de que el asunto se cerrara sin el cumplimiento de penas de prisión. El sumario de Azud ha evidenciado que en esos mismos años también el PSPV jugaba con las cartas tapadas. La suerte ha sido que la prescripción salvará a todos los responsables. Con esos antecedentes parecía impensable que en pleno 2015, el PP de Valencia estuviera ejecutando un pequeño pitufeo para el blanqueo de 50.000 euros, según apuntaban las diligencias finalmente archivadas. Por eso resulta descabellado que el secretario general del PSPV recogiera 15.000 euros en un sobre en un bar junto a la sede del partido. Pero claro, a estas alturas de la partida y con la experiencia de la clase política, resulta arriesgado poner la mano en el fuego. Muy arriesgado.