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Los conservadores y socialdemócratas alemanes han aprovechado la Cuaresma para hacer penitencia y renovar la coalición de gobierno. El líder de la Unión Cristianodemócrata Friedrich ... Merz, y el líder de los socialdemócratas Lars Klingbeil, han llegado a un acuerdo para gobernar en un contexto de incertidumbre, inestabilidad y volatilidad ampliada, con el que no contaban cuando los alemanes votaron el 23F. Antes de que comenzara la cuaresma estaban preocupados por la presión interna de Alternativa por Alemania (AfD), partido que roza el 20% de electorado y recoge todo el desencanto popular ante las estrategias de gobernabilidad diseñadas por las élites de Bruselas. Durante la cuaresma han tenido que modificar las coordenadas de la negociación y sacrificar las convicciones de partido, en detrimento de responsabilidades patrióticas. Con ello están transmitiendo a la opinión pública un revolucionario mensaje de estabilidad, seguridad jurídica, credibilidad institucional y reputación moral.
Si el horizonte precuaresmal estaba determinado por la amenaza de la presión populista e iliberal que marcaba la extrema derecha, el horizonte pascual estará marcado por la crisis arancelaria, el giro de la situación geopolítica y la nueva carrera armamentística. Será una Semana Santa muy complicada por la necesidad de renovar los ministerios, los equipos y, sobre todo, los relatos sociales, económicos y culturales que deben actuar como pegamento de la coalición. Aunque algunos estarán condicionados por una política migratoria más restrictiva que volverá a posiciones anteriores a 2015, cuando Ángela Merkel relajó la naturalización de la ciudadanía, tendrán que reconstruirse puentes de convicciones transversales, cívicas y patrióticas que tengan carácter pre-político. Tan solo la idea de poner en marcha el servicio militar voluntario, siguiendo el modelo sueco, exigirá rehacer la agenda de tradiciones, valores y responsabilidades históricas.
Aunque no sea una primavera fácil, el modelo alemán que se perfilará estos días también servirá de ejemplo. Son conscientes de que se juegan el futuro de su país y el de la Unión Europea, por ello quieren transmitir la imagen de socio fiable. Lo harán fortaleciendo las desgravaciones por maquinaria, los incentivos fiscales para la innovación y la inversión, reduciendo el impuesto de sociedades y promoviendo una cultura del trabajo. Excluirán de los impuestos las horas extras trabajadas y fomentarán con 2000 euros al mes libres de impuestos el trabajo que se realice después de la jubilación. Quizá estos días de penitencia han leído juntos a Weber y su libro 'La ética protestante y el espíritu del capitalismo', donde recuerda la importancia de aquella regla de oro que revolucionó el mundo moderno: «ora et labora».
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