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Las elecciones al Europarlamento indican que se nos abre un horizonte conservador previsible. Aunque no sean extrapolables a los contextos nacionales, desde los populares españoles ya se han encargado de mostrar un mapa prácticamente coloreado de azul que reduce la mayoría socialista a tres provincias. ... Este giro también lo encontramos en otros países como Italia, Francia y Alemania, países importantes donde han triunfado partidos mucho más conservadores que los populares españoles. Estos últimos se han convertido en una fuerza importante en el conjunto de los populares europeos y su papel será determinante para el inestable equilibrio interno del PPE.
Digo que su papel será importante porque, hasta ahora, el PPE no ha pensado con suficiente radicalidad la Europa social que, las generaciones anteriores habían contribuido a consolidar. Arrastrados por la socialdemocracia, los populares habían dejado en manos de las izquierdas el modelo de sociedad. Olvidándose de los planteamientos personalistas, europeístas y culturalmente responsabilizadores estaban más preocupados por el funcionamiento de los mercados que por los valores con los que los padres fundadores promovieron una economía 'social' de mercado. Toca posicionarse en cuestiones de ética social y valores. Desde la presidenta de la Comisión hasta el último diputado de las listas populares, todos muestran disponibilidad para negociar con Georgia Meloni. ¿Por qué?, no por el hecho de que haya moderado su discurso sino porque representa un horizonte conservador novedoso y casi inclasificable para los manuales tradicionales.
Podemos limitar la novedad a la importancia que conceden a la regulación de la inmigración, la seguridad ciudadana o las identidades nacionales. Incluso podríamos decir que son excesivamente emocionales en sus formas. No faltarán quieren los califiquen de 'iliberales' porque critican el procedimentalismo y burocratismo de Bruselas. Sin embargo, la novedad del giro está en el modo de responder al corazón del proyecto originario europeo: el modelo moral de sociedad. Schumann, Monet o De Gasperi no pensaron lo social en términos frívolos, individualistas o atomizadores; como si se tratase de una aventura mercantil. Era un proyecto de valores, cultural y moral. No se trata de abrirse o cerrarse mediante cordones sanitarios a los grupos de Meloni, Le Pen o Abascal. Se trata de ser más fieles a una Europa real que no tenga miedo a las virtudes cívicas, a las tradiciones culturales que promueven la corresponsabilidad personal, y menos aún a convicciones religiosas bien argumentadas.
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