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A los pocos días de tomar posesión Trump, la revista 'Ethic' realizó una entrevista al académico y político liberal canadiense Michael Ignatieff. Antes de que ... los diferentes gobiernos europeos se hubiesen puesto manos a la obra para reconstruir sus arsenales y apoyar al gobierno ucraniano, hacía un llamamiento para recuperar determinadas convicciones propiamente europeas. Sabía que el orden internacional basado en los Derechos Humanos, los principios de Nüremberg, la responsabilidad por los crímenes de guerra, las convenciones de Ginebra o la convención sobre refugiados que salvaguardan la integridad de los estados, amenazaba ruina. A diferencia de quienes imputan a Trump la desintegración de este orden, señala que el nuevo desorden es resultado de un proceso lento, producido durante las últimas cuatro décadas. Incluso llega a decir que aquel orden tenía algo de imperfecto.

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Aunque analiza este proceso fijándose primero en la sociedad norteamericana, su visión se proyecta hacia Europa y le pide dar «un paso al frente». Como si estuviéramos en formación de combate, les pide a los líderes que adiestren sus tropas, denunciando el cosmopolitismo o pacifismo infantil con el que nos hemos desarmado, también mentalmente. Creíamos que el cosmopolitismo ingenuo y las bondades de los mercados harían innecesaria una cultura de la defensa y estábamos equivocados. También creíamos que las convicciones morales de la democracia liberal se mantendrían por sí solas, como si fuera imposible que los pueblos cayeran en antiguos pecados de liderazgos tecnocráticos y plutocráticos. Como si la visión schmittiana del mundo, organizado con la lógica de amigo/enemigo, estuviera hegelianamente superada. Pide que los propios liberales hagan seria autocrítica porque considera que han sido demasiado amigos del mercado, la desregulación y la libertad de los ricos. Consciente de lo que significará la aplicación y desarrollo de la IA, pide generar un nuevo vocabulario para los desafíos y plantea el imperativo de una política humanista: «sin una perspectiva humanista sobre la IA, no entenderemos cuáles son las apuestas políticas en el debate».

También señala que su liberalismo ha estado demasiado seducido por la agenda moral progresista. Pide recuperar una brújula moral que, a juicio de los conservadores, los liberales han perdido. Ignatieff no cree que los conservadores tengan razón cuando lo identifican con el individualismo, el secularismo y el ateísmo. Falta por saber qué entiende por política humanista, cuando comete el tradicional error de cierto liberalismo que deslegitima y excluye de la deliberación política confesiones religiosas que invitan a una brújula compartida con propuestas existenciales de verdades eternas.

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