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La reciente gira europea del presidente argentino Javier Milei se ha producido en un momento crítico para la Europa liberal. No tanto por la reacción que haya provocado en los diputados del parlamento europeo agrupados en la 'Alianza de los Liberales y Demócratas Europeos' (ALDE) ... sino por el complejo uso del adjetivo 'liberal' para caracterizar una práctica política. Esto se conoce bien en los gabinetes de comunicación porque la figura de Milei se asocia más con las prácticas populistas de un presidente de derechas que con un liderazgo liberal. El hecho de citar con profusión 'Camino de servidumbre' de Hayeck no garantiza un liderazgo liberal. El hecho de que la presidenta madrileña nos lo haya presentado como 'liberal' no quiere decir que ejemplarice un liderazgo liberal.
Como saben los antiguos militantes de Ciudadanos o de Unión Progreso y Democracia, el pedigree liberal de un liderazgo no está en la desregulación de los mercados, la privatización de las actividades económicas o la aplicación de la motosierra en las políticas de subsidios públicos. Menos aún defendiendo el anarco- capitalismo económico o el individualismo libertario. El liderazgo liberal es algo lo suficientemente serio como para administrarlo con propiedad y reconocer en Milei propuestas propias de una política liberal (menos estado y más mercado), pero actitudes impulsivas poco propias de un liderazgo liberal. Con ello no quiero legitimar al ministro Oscar Puente o nuestro presidente Sánchez, que tienen bien poco de liberales en el sentido clásico y hasta patriótico, si nos remitidos al significado de la expresión en la política española desde las Cortes de Cádiz.
El liderazgo liberal no está relacionado con la 'acción directa', que Ortega utilizaba para describir un cambio mediante agitación callejera. El liderazgo liberal está relacionado con el valor, talante y capacitación para la 'acción indirecta', es decir, para el uso de la palabra y la comunicación en la gestión de los conflictos. Todas las buenas expectativas que está despertando la necesaria política liberal de Milei en Argentina tienen que diferenciarse y distinguirse de su catalogación como liderazgo liberal. En Europa no está relacionado sólo con la economía política, sino con la separación de poderes, el impero de la ley, el ethos dialogante y lo que caracterizamos como virtud cívica. Aunque cierta política europea conservadora y progresista desprecia 'lo liberal' por libertino, individualista, caprichoso o no verdadero, esta visita de Milei debería recordarnos que la virtud liberal no es fruto de la pura especulación económica sino del prudente coraje político.
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