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La respuesta de la sociedad valenciana a la tragedia del barrio valenciano de Campanar es una muestra de que la polarización como fenómeno que describe ... el dinamismo de la vida política tiene mucho de artificio. A la forma en la que trabajaron los bomberos, a la coordinación de la policía local y a la respuesta de todas las autoridades, debe añadirse el comportamiento de la sociedad civil valenciana que reaccionó solidariamente ante la catástrofe. Analizada con precisión la respuesta, se puede afirmar que la sociedad valenciana no está polarizada, es decir, que la polarización no describe con precisión la naturaleza de las relaciones sociales, vecinales o políticas. Si la palabra 'polarización' consiguió imponerse como palabra del año en 2023, no fue porque las relaciones sociales, vecinales y políticas en el sentido más amplio de la expresión estén definidas por lo que Carl Schmitt, Laclau y gran parte de la ciencia política han llamado dialéctica 'amigo-enemigo'.
El término 'polarización' no describe con precisión el dinamismo moral de las sociedades. La recuperación que los teóricos del populismo han realizado de Carl Schmitt se ha producido entendiendo la dialéctica social como lucha, enfrentamiento y guerra a muerte. En lugar de acudir a Hegel y revisar lo que éste llamaba 'dialéctica del amo y el esclavo' como una 'lucha por el reconocimiento', han acudido a Hobbes para introducir intencionadamente la violencia, la ira y el resentimiento como claves interpretativas de la vida política. En la última década, la vida política está siendo interpretada en términos de polarización y se están incendiando las redes, los medios y todos los productos culturales para hacernos creer que el único criterio de la vida en común es la lucha o dialéctica 'amigo/enemigo'. Estamos asistiendo a una polarización artificial y artificiosa que técnicamente llamamos 'inducida' con la que se intenta moldear, modular, mercantilizar y conformas la vida cotidiana.
Hay pirómanos del consenso constitucional y profesionales de la polarización inducida, gentes que mercantilizan la diversidad legítima de opiniones, con la única finalidad de encumbrar un asaltante de los cielos o déspota que, como el Leviatán de Hobbes, pacifique y proporcione exclusivamente una seguridad forzada. No es nada nuevo. Siempre han existido jefecillos que viven del río revuelto, que viven de lo que en ortodoxia marxista se llama 'aceleración de las contradicciones'. Si alguien tiene duda de que estos pirómanos existen y alimentan la desconfianza, la ira y el resentimiento, que repasen las actas parlamentarias de la última década. Pueden comenzar con el acta de las cortes valencianas del pasado jueves 29 de febrero, allí podrán comprobar que hay personajes de la vida política empeñados en ejercer de pirómanos de cualquier consenso, por frágil y necesario que sea.
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