Aunque Giorgia Meloni ha conseguido que en la declaración del G7 no se mencionara el aborto, con este tema los populares europeos tienen un problema. No será menor porque gran parte de sus bases no ven con buenos ojos las políticas proabortistas de sus socios ... europeos. Es un terreno culturalmente minado porque creen que con ello se salen de lo políticamente correcto y pierden la etiqueta liberal. Recordemos el año 2015, cuando el gobierno de Rajoy incluyó en la ley de plazos ('Ley Aído') dos requisitos: informar a los padres o tutores de la decisión, e informar médicamente a la mujer sobre las consecuencias físicas y psicológicas de la intervención quirúrgica. De hecho, la opinión pública debería saber qué opinan sus líderes populares después de que, esta semana, el Constitucional ha rechazado, por siete votos contra cuatro, el recurso que elevaron los diputados de Vox.
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Con este rechazo se ha blindado la progresista 'Ley Montero', que refrenda la posibilidad de que las menores puedan interrumpir el embarazo sin autorización de sus padres, sin ser informadas sobre las consecuencias médicas o psicológicas de la decisión. Resulta indignante que, para que una menor pueda ir de excursión o salir del horario escolar en un instituto, necesita la autorización de sus padres y para abortar no. Resulta inmoral que, en cualquier ámbito juvenil de relaciones afectivo-sexuales, la vulnerabilidad, la voluntariedad, el consentimiento y la responsabilidad sean variables éticas importantes, pero no cuando se decide interrumpir voluntariamente un embarazo.
Entre los magistrados que se han opuesto, Concepción Espejel ha dejado claro que la dignidad de la menor no se salva sacrificando al no nacido, inventándose el 'pseudoderecho' de la autodeterminación para la interrupción del embarazo y destruyendo un bien jurídico como es la vida humana en formación. También ha señalado la extralimitación del constitucional al invadir competencias. Y aunque no lo ha dicho expresamente, su voto particular es una clamorosa llamada de atención para que políticos y legisladores supuestamente progresistas tomen nota de su complicidad con las políticas de eugenesia 'liberal' que se están consintiendo en Europa. Al desproteger intencionada y deliberadamente el bien de la vida humana en formación, al dejarla al exclusivo arbitrio de la menor, no están comprometiéndose con la maternidad, la vulnerabilidad y la responsabilidad social, sino con el atomismo caprichoso de unas leyes que se desentienden cómodamente del más débil, frágil y pobre. Como si nadie se escandalizara de que el capricho nos encamine a la barbarie.
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