La historia. Cada caso de corrupción dispone de un informador anónimo. Suele ser una circunstancia que se cumple sin apenas excepciones en la historia ... de la corrupción valenciana. Ocurrió en Taula, por ejemplo, con aquel papel que llega a la Fiscalía Anticorrupción donde se advertía de las trampas contables del Grupo Municipal. De nuevo sucedió en el caso del IVAM protagonizado por Consuelo Císcar. Fue, de igual modo, el inicio del sumario de Azud con esa denuncia anónima a la Agencia Tributaria en la que se decía aquello de «Hacienda somos todos, pero unos más que otros». También pasó en el caso de Rafael Aznar, expresidente del Puerto de Valencia, en un dossier incriminatorio respecto a diversas actuaciones al frente de la institución. En este supuesto, conviene recordarlo, la Audiencia ordenó el archivo de la causa al no apreciar delito tras años de investigación. El proceso obligó a Aznar a dejar la presidencia. Qué mueve a estos informadores es una cuestión que admite múltiples respuestas. Puede darse un deseo de Justicia en el sentido más extenso del término, quizá se trate de una venganza personal o profesional o incluso una acción activada por la envidia ante semejante patrimonio o nivel de vida. Eso, en realidad, importa poco a los operadores jurídicos. En ocasiones, también a los medios de comunicación llegan contenidos potencialmente informativos. Otros, en cambio y en la mayoría de las ocasiones, carecen de importancia. En las últimas semanas ha llegado uno de estos anónimos sobre Eduardo Zaplana al que le falta, evidentemente, información de contexto y eso al margen de validarse la autenticidad de los documentos. El expresidente de la Generalitat ha sido juzgado por una supuesta fortuna oculta en el extranjero que manejaría un fiduciario y un testaferro, el que fuera amigo de la infancia Joaquín Barceló. Ese procedimiento ya aguarda sentencia que llegará ya después del verano. No hay tiempo para elaborarla antes. El anónimo presenta diferentes facturas de una agencia de viajes que muestran un elevado tren de vida del expresidente algo que, por otra parte, ya era conocido y quedó probado durante la vista del caso Erial. Pero se trata de desplazamientos de los años 2014 cuando Zaplana ya se dedicaba a la actividad privada. Hotel de lujo en Turín, por ejemplo. O cerca de 12.000 euros de facturación por viajes y hoteles a Decuria, la consultora de Eduardo Zaplana. También aparecen viajes a Capri, dos noches por 7.000 euros, por ejemplo. Y pernoctaciones junto al lago Di Como. En algunas facturas se estampa un «Clientes (contado) no utilizar», que trasladaría la idea de que esos gastos se abonaron en efectivo. Zaplana acumuló grandes amigos, pero, al parecer, también enemigos.
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