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La historia. Difícil resistirse a la codicia. Y más cuando esta se enfoca en la acumulación de dinero, bienes y propiedades. Más fácil es ... evitar esa ambición cuando se trata de objetivos inmateriales porque ahí entra ya el esfuerzo, la constancia y la pereza. La estafa piramidal que ha atrapado a un nutrido grupo de familias valencianas demuestra hasta qué punto el engaño sólo puede fructificar con ese germen propio de la codicia, del ansia de prosperar en lo patrimonial. Y cómo eso ciega, en ocasiones, las más elementales normas de cuidado y las de la experiencia. Porque si de una inversión de 30.0000 euros te ofrecen en tres meses 8.0000 parece una opción fuera de la rentabilidad que mantienen productos, con mayor o menor seguridad, en el mercado convencional. Es decir, que posiblemente haya gato encerrado. Y esto, ojo, les ha ocurrido a personas con economías desahogadas, con supuesta formación financiera y cierto nivel cultural. De hecho, algunas de las familias afectadas han renunciado a reclamar judicialmente el dinero estafado porque no quieren correr el riesgo de exponerse públicamente. La reputación de algunas empresas o apellidos puede quedar en entredicho y pocas circunstancias penalizan tanto como esta en los negocios. Hay algún caso que ha invertido medio millón de euros y ha preferido pasar página. Pero lo dicho. Si una trama como esta tiene entre sus víctimas a este tipo de perfiles, imaginen, a pequeña escala, qué podrán hacer con otros. Y eso sin quitar 'mérito a estos profesionales del engaño que cuentan con todas las habilidades del mundo para seducir a sus víctimas. A los ganchos no les dicen cómo viven sino que en una fase más del fraude les muestran cómo viven. Y es ahí donde la aspiración resulta irresistible. Una veintena de afectados sigue en las diligencias de Instrucción 2 de Valencia a la espera de que dicten una orden de detención para el cabecilla de la trama. En cambio, otra hornada de afectados vieron cómo el asunto se archivaba en Instrucción 17. En alguna ocasión hemos escrito acerca del factor humano en la Justicia y cómo el azar, el hecho de que un asunto recaiga en un juzgado u otro, determina de un modo importante la tramitación y el desenlace de los asuntos. Y en esa especial conjunción de factores, ese juzgado, el 17, es todavía más llamativo. Nunca nadie quiere que su caso recaiga en manos de la titular. Ni los periodistas. Aún recuerdo la instrucción de las obras en el circuito de la Fórmula 1 y la citación de testigos bien entrada la tarde que terminaban de noche. Aunque sólo fuera por la conciliación...

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