Borrar
Urgente El Cupón Diario de la ONCE del lunes entrega un premio de 500.000 euros a un único afortunado
ROBER SOLSONA
El derrumbe de Alquería
El estado de los tribunales

El derrumbe de Alquería

Todos los que pasan por un tortuoso proceso judicial admiten la necesidad de reflexionar sobre la utilización política

A. Rallo

Valencia

Jueves, 1 de junio 2023, 23:20

Los hechos. Jorge Rodríguez es la primera víctima socialista de un tortuoso proceso judicial que termina en absolución o en archivo. No hay persona ... que recorra ese sufrimiento y no admita que todo esto merece una reflexión. Una pausa acerca de la vorágine mediática, judicial y social que supone verse inmerso en un asunto de corrupción. Le pasó a Pere Fuset cuando se archivaron sus casos y se le retiró la acusación por el accidente de Viveros. Le ha ocurrido ahora a Rodríguez, por poner dos ejemplos del Botánico cuyos partidos no pueden presumir de cómo han manejado todo este material altamente inflamable. Idéntico trance sufrieron con anterioridad otros cargos del PP. Cuando se produce una absolución de este tipo, llega el momento de buscar culpables. Los reproches se suelen focalizar fundamentalmente en la Fiscalía. Suele ser la primera, y en ocasiones, la diana más fácil. Y claro que se puede criticar la labor de un profesional. No hay intocables. Todos podemos estar más o menos acertados en determinados momentos. Lo tratamos de explicar en esta tribuna hace una semanas, con aquello del factor humano de la Justicia. La realidad es que las absoluciones forman parte del día a día de los juzgados. Y ni es el primer juicio que pierde Anticorrupción ni será el último. La sentencia rebate con contundencia todos los indicios de criminalidad que el fiscal apuntó en su escrito. Un asunto que quizá, y desde luego sin duda a la vista del resultado, no debió salir de la esfera administrativa. Pero no conviene olvidar aquí el papel del juez instructor, por ejemplo, o de la Audiencia, que terminó validando que Rodríguez y su núcleo de colaboradores terminaran sentándose en el banquillo. O los contundentes informes de la Intervención, por ejemplo, que los ahora absueltos siempre han desacreditado. Es decir, que vieron indicios para, al menos, solventar todas estas dudas en la vista oral. No había un propósito del fiscal de «amargar» la vida a los acusados, como indicó el expresidente de la Diputación en À Punt. Los hechos no son delictivos y Rodríguez y los suyos merecen una disculpa por este proceso. Esto no admite dudas. Pero su actuación al frente de la Diputación tampoco merece una ovación del respetable. La respuesta a los problemas de Divalterra fue la colocación de siete altos directivos vinculados al PSPV y Compromís. Capítulo aparte merece la actuación policial. Desde aquella operación en el Palau de Les Arts con los helicópteros -otro asunto que quedó en nada- aquí todo se hace a lo grande. Y ese fue otro de los errores de partida. ¿Era necesario detenerlos? Probablemente no. Y puestos a buscar culpables, bien saben los acusados de dónde partió todo esto. Los enemigos no viven en montañas muy lejanas, que diría Aznar. A veces, andan por casa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El derrumbe de Alquería