De aquellos polvos estos lodos

Aquellos que aún creemos en un mundo regido por normas hemos puesto el grito en el cielo por la atrocidad que supondría desplazar a dos millones de personas de su hogar

ANÁLISIS. Mariano J. Aznar Gómez. Catedrático de Derecho Internacional Público. Universitat Jaume I

Lunes, 10 de febrero 2025, 13:23

Al parecer, el asteroide 2024 YR4 tiene unas probabilidades inusualmente altas de impactar contra la Tierra justo antes de Navidad en 2032. Ello acarrearía, según los que saben, un cataclismo en la vida del plantea provocado, entre otras cosas, por la enorme nube de polvo ... o por tremendos maremotos ocasionados por el impacto. Esperaremos a ver qué pasa en siete años, pero, ahora mismo, ya nos ha caído un asteroide naranja que está levantando una polvareda allá donde abre la boca. La última y más llamativa es su propuesta para convertir Gaza en la nueva «Riviera del Mediterráneo».

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Aquéllos que aún creemos en un mundo regido por normas ⎯normas gestadas tras la sangre, cenizas y lágrimas de la II Guerra Mundial⎯, hemos puesto el grito en el cielo por la atrocidad moral, política y jurídica que supondría, según Trump, desplazar a dos millones de personas de su hogar, expulsándolos arbitrariamente a terceros Estados (Egipto y Jordania, particularmente, pero también Marruecos y Somalia) con la complicidad del Estado criminal de Israel (cuyo ministro de defensa dice que España está «legalmente» obligada a aceptar expatriados palestinos), y quedándose EE.UU. con Gaza, no se sabe aún si sólo con la propiedad de los terrenos o con la soberanía de la Franja. Las consecuencias jurídicas de una u otra opción son significativas, más allá de inaceptables jurídicamente puesto que (1) Israel no es quien para dar lo que no es suyo, (2) EE.UU. no puede ocupar legalmente territorio ajeno y (3) la población dueña de ese espacio ⎯el pueblo palestino⎯ no piensa ni quiere ceder voluntariamente su hogar a terceros. Sería la nueva solución de dos Estados en Palestina: de un lado Israel y de otro… ¡los Estados Unidos!

Se estaría dando una nueva violación grave y masiva de varias normas imperativas del Derecho internacional por parte de EE.UU. e Israel (que ya sabemos que les importan un comino), además de añadir al pliego de cargos personales de sus líderes nuevos crímenes de lesa humanidad. Si Netanyahu ya está acusado ante la Corte Penal Internacional, de apoyar y cometer varios crímenes, con esta nueva conducta Trump también lo estaría, pues la competencia de la Corte se extiende todo acto bajo su jurisdicción cometido en Palestina.

Pero la creación de esa «Riviera» (o, quizá, una Marina d'Or o unas nuevas Las Vegas, según la capacidad hortera del promotor, que es mucha), no es sino esa nube de polvo que no deja ver algo mucho más grave que, esto sí, me temo será cierto en pocos meses, acaso un par de años.

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Y es que un aspecto menos publicitado de las declaraciones de Trump hechas durante la visita de Netanyahu a la Casa Blanca esta semana advertía que Trump «tomará una decisión sobre la posible anexión de Cisjordania por parte de Israel en las próximas cuatro semanas», decidiendo nuevamente sobre lo que no es suyo, nada sorprendente teniendo en cuenta su currículo delictivo y otras declaraciones públicas.

Trump anunció una decisión «sobre la posible anexión de Cisjordania por parte de Israel»

Esta perspectiva es una hipótesis muy realista a corto plazo, y es una extensión del «Acuerdo del Siglo» presentado por Trump en 2020, que preveía la anexión de alrededor del 30% de Cisjordania por parte de Israel, con el fin de validar e integrar todos los asentamientos ilegales en la zona. La porción prevista podría ser aún más amplia, haciéndose eco de las demandas de los partidos nacionalistas y del amplio espectro de ciudadanos israelíes que apoya a Netanyahu y sus secuaces (lo cual dice mucho de la deriva iliberal del pueblo judío residente en Israel). Podría añadirse, si uno mira atentamente el mapa de Palestina, los territorios ocupados desde 1967 y la situación de fragilidad extrema actual del Líbano y Siria, que Israel pronto declarará ⎯con el apoyo estadounidense y de otras comparsas⎯ consolidada su soberanía sobre una amplia franja en su frontera con el Líbano (hoy ya militarmente ocupada) y, por supuesto, su soberanía sobre los Altos del Golán, que no sólo le permitiría vigilar al siempre incómodo vecino sirio, sino que le daría profundidad estratégica y encerraría por fin entre tierras israelíes la reserva de agua del Mar de Galilea (el lago Tiberiades sobre cuyas aguas anduvo Jesucristo). De la ciudad santa de Jerusalén para qué hablar…

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Estos últimos acontecimientos indican un deseo muy claro del gobierno israelí y de la administración Trump de 'liquidar' la causa palestina de una vez por todas, con un plan para fragmentar aún más el territorio palestino, dispersar y diluir su población, borrar la cuestión de los refugiados poniendo fin a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), forzar la retirada de los cascos azules de la ONU en las fronteras y hacer imposible cualquier administración palestina sobre su legítimo territorio.

Los Estados de la zona, también hay que decirlo, no ofrecen muchas alternativas viables

Los Estados de la zona, también hay que decirlo, no ofrecen muchas alternativas viables y aceptables por el Derecho internacional; y todo ello sólo solventará el problema para Israel, que verá cumplido su sueño húmedo del «Erezt Israel»: un Estado iliberal, étnicamente unificado tras la comisión de graves crímenes de guerra, de lesa humanidad y un más que probable genocidio, pero amenazado siempre, quizá ya no por inminencias de destrucción (su capacidad tecnológica y militar es tremenda) o de ataques terroristas (que siempre estarán ahí), pero sí con la carga de un pecado original que ha ido cometiendo desde hace más 75 años y que todos recordaremos ⎯entre otras cosas porque todo está grabado. Como el pueblo alemán en 1930 y 1940, nadie podrá decir que «no sabía nada».

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Vuelvo a decirlo, como en otras ocasiones en estas páginas: quienes admiramos al pueblo judío, quienes nos sentimos hermanos en el Libro, quienes comprendemos su padecimiento del pasado siglo, no podemos entristecernos aún más con su deriva actual. No son todos, ni mucho menos, pero sí la gran mayoría que habita Israel, que mantiene a su gobierno y se manifiesta en redes formales e informales.

Cuando el polvo de la hecatombe se asiente, quedarán los lodos. Y bien sabemos por acá cuán difícil es retirarlos.

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