Urgente Un accidente múltiple provoca retenciones en la V-21 sentido Castellón

En los estadios hay estúpidos. En Mestalla y en los demás, como en cualquier comunidad de vecinos e incluso en toda familia. Y esos estúpidos son racistas aunque tal vez ni ellos lo saben, porque insultar a una persona por el color de su piel ... te convierte en xenófobo, da igual tu intención al proferir la lindeza. Dichos energúmenos, apelativo generoso, deben ser castigados con dureza y puestos en cuarentena social para evitar contagios.

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En la política hay ruines a los que sentaría bien el capirote del Ku Klux Klan, tipos purasangre que no ven en el descontrol de la migración un síntoma sino la enfermedad y usan el descontento social como acelerante para su doctrina del odio, con la ayuda de toda la 'cibercochambre' que les medra a la sombra.

En los vestuarios de fútbol hay tontos, a quienes fácilmente identificaremos con el método de Forrest Gump según el cual lo es todo aquel que dice tonterías. Ale, Vinícius, calienta que sales. Como Julio Iglesias, el hábil delantero quiso ser Quijote y una tarde de mayo encontró en Valencia sus molinos de viento, pero ha acabado igual que aquellos viejunos imitadores del cantante, con el cable del micrófono enredado entre las piernas. Ni un reproche a su denuncia inicial, a los miserables hay que ponerlos en la picota, pero cada día huele más a postureo la cruzada contra el racismo de este personaje de ejemplaridad discontinua, asimétrica su escala de valores, que se rebela con todo el derecho contra la chusma de la grada pero no dijo ni mu en el Mundial de Qatar y maneja una suculenta oferta de Arabia. Más bien parece ya la coartada de un buscabroncas que va por la vida en pos de madera para su pira purificadora, embarcado en una peligrosa deriva que cada día le obliga a elevar el tono dos octavas para conservar el foco. Primero incriminó a una afición entera por su cupo de imbéciles, luego a las demás (menos la suya) y ahora extiende la porquería a todo un país, con propuesta de penitencia incluida.

En la sociedad hay hipócritas, gente que juzga el mensaje en función de la naturaleza del mensajero. Por eso, pese a que Vini Jr. llevaba tiempo apurando la frenada, cantado estaba que no derraparía hasta que sus palmeros dejaran de reírle las gracias. Y todo iba bien mientras sólo era un problema de provincianos (y racistas) levantinos. Doctores Frankenstein, no se asusten ahora, que ustedes crearon el monstruo.

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Vinícius, Balón de Oro, Nobel de la Paz, para que lo entiendas te enseñaré a construir una demagogia, que yo también sé. Tu Brasil es homófobo y no entiendo que le permitieran albergar un Mundial en 2014, unos Juegos Olímpicos en 2016 y una Copa América en 2021. Acuso con argumentos irrebatibles. Hace cuatro años, cuando la gente moría o se encerraba atemorizada, el presidente Bolsonaro, negacionista y por lo visto gran machote, lamentó gobernar «un país de maricas». Además del desprecio a las víctimas del Covid, aquel alegato fue un monumento a la homofobia. Las cuentas salen solas. Casi 58 millones de votos auparon en 2018 a Bolsonaro, mira si dan para llenar estadios, 733 maracanás concretamente, así que nada, siguiendo tu lógica absurda Brasil es homófobo. Te regalo la patraña. A que jode. Pues aplícate el cuento. Confundir la parte con el todo es peligroso. Si alguna vez aspiro a ser injusto, te pediré una entrevista.

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