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Rosebud

El Cabra y otros monstruos

Antonio Badillo

Valencia

Lunes, 16 de diciembre 2024, 23:38

Solíamos referirnos a él por su sobrenombre, el Cabra, y vaya si acertó quienquiera que se lo puso, pues de haber nacido cornúpeta sus embestidas serían leyenda. Nos enviaron a aquel páter de otro colegio de la misma orden religiosa, supongo que más deportación que ... promoción interna, y no fue un buen profesor -de hecho sería incapaz de recordar las asignaturas que impartía o el curso exacto en que se cruzó en nuestro camino-, pero sin duda estábamos ante el mejor cura del centro, porque repartía las hostias como nadie. Como panes. La conversión de Jekyll en Hyde apenas le chisporroteaba el cable seguía siempre la misma escenografía, así que puestos a destacar algo bueno de él diríase que al menos lo veías venir. Primero el tembleque del labio superior. Luego un mohín delator, el vibrar de las aletas de la nariz como alerones de un Fórmula 1. Por fin el desenlace: amago de carraspera, en el fondo una exhalación profunda como ahuyentando los demonios, lenta aproximación al elegido y zas, la castaña. Generalmente la cosa no iba a más, el Cabra sabía lo que hacía, nunca dejaba moretones. Golpe seco sin llegar a mamporro, llamémosle colleja con adherencia, la justa para acompañar el rostro del interpelado hasta su encuentro con el pupitre. El murmullo estaba justificado, pues si en un fogonazo de originalidad arrastraba al afortunado fuera de la bancada no era extraño que derribara varias fichas del dominó.

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