Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

Lo llamaría el milagro de la radio fórmula. Te taladran la sesera entre Quevedo, Duki y Shakira y al final acabas añorando el pavo real de José Luis Rodríguez 'El Puma'. «Numerao, numerao». O a María Dolores Pradera con sus jazmines en el ojal. Y ... en función del grado de intensidad de la tortura previa, igual ya hasta prefieres para el resto de tus días sacar el güisqui cheli a patear la playa del Inglés o arder melodramático en las brasas de ese 'corasonsito' colombiano al que entre Hacienda y Clara Chía no cesan de atormentar. El acervo popular resume el fenómeno en una sencilla directriz, «alguien vendrá que bueno me hará», rematada con el inapelable «lo que funciona no se toca», que es preferible dejar huella a legar el recuerdo de tus pisotones. Así se explica que me alborote el pulso la humilde noticia de que en unos días Colón volverá a ser calle en vez del laberinto-ratonera actual, arrebatada al arcón de los juguetes del travieso Grezzi. Después de ocho años de 'ribolución', ya es triste que esté aquí yo celebrando que la (indi)gestión urbanística no ha sido del todo irreversible, feliz de reencontrarme en la casilla de salida y salivando ante la perspectiva de que también Reino de Valencia pronto será una avenida razonable desde el punto de vista de la movilidad o ir en bici por el desfiladero de la Gran Vía saldrá del registro de actividades peligrosas. A cada cual lo suyo. Mientras el nuevo gobierno municipal va desmontando a Ribó, la experiencia aconseja poner distancia. Ni Valencia era Gotham City con el Rialto ni es ya el comedor de los Flanders con Catalá, y también al nuevo 'establishment' se le irá viendo el cartón según afloren sus obsesiones, pues lo que ayer fueron carriles bici hoy son la barbarie embolada o la tilde, y aquí están los unos estirando de la suya a la derecha como antes la tensaron los otros a la izquierda. Reconstruir una ciudad castigada requiere mano firme y fuego lento, que lo de meterse en una cortinilla de humo blondo como de Abba y salir al instante mulato y entonando el 'Only you' sólo pasaba en la 'Lluvia de estrellas' de Bertín Osborne. Sin embargo, mientras aguardamos lo que se nos viene encima arranca una sonrisa envuelta en patetismo oír al viejo maestrillo presumir de librillo. Si tan verde es Ribó, pudo preocuparse por la Albufera y no sólo usarla cuando le venía bien para atizar al puerto. Si tan civilizado, sacar a la calle más escobones y cepos para ratas. Si tan solidario, no aislar al pequeño comercio. Si tan social, potenciar la oferta de vivienda. Si tan ecuánime, no ser sectario en el reparto del dinero de todos. Si tan amante del transporte público, ofrecer una red de calidad en lugar de subyugar al coche a cambio de nada. Si tan sensato, resolver el problema de la V-21 sin alentar otro llamado Bus-VAO. Y si de veras vela por el movimiento vecinal, erradicar el delito de las Casitas Rosa -uno de sus muchos parnasos-, donde la última redada policial halló de cocaína a heroína, de un machete a una pistola; material de lectura, vaya. Acusa el demagogo a su sucesora de zanganear con el puente de las Flores mientras los valencianos calculan cómo llegar a fin de mes, que debe de ser a vuelapluma lo mismo en lo que pensaban cuando él les colocó su monolito del 15-M. Como dijo Jorge Luis Borges, no hables a menos que puedas mejorar el silencio. Políticos, qué pereza.

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