Los tontos hacen poderosos a los malvados. El razonamiento, no propio sino del maestro Pérez-Reverte en la presentación de su última novela, es irrebatible, y lo mismo puede aplicarse a una historia de corsarios que a la crónica parlamentaria. El mundo está diseñado a ... la medida de los vivos, todavía más si estos pertenecen a esa execrable calaña que ni siquiera respeta la memoria de los muertos. Pero, ya lo siento por mis admirados Tip y Coll, esta semana no hablaremos del Gobierno sino de la oposición. Pasaremos por alto al presidente agazapado en modo bicho bola entre escándalos -que si su fiel examiguito del alma, «(José) Luis, sé fuerte», que si la parienta, que si el «número 1»... Anda que como al final en vez de fango tengamos fandango-. Obviaremos al ministro que timó a las víctimas del terrorismo. Soslayaremos el súbito interés por trasponer normas europeas justo cuando Bildu calza la pata coja que dejó el escrutinio electoral. Pudiendo hablar del Gobierno vira la proa hacia su presunto contrapeso, los chapuceros que no han entendido ni papa de esta partida donde en materia de escrúpulos la reina corretea con total impunidad. Como en el ajedrez.
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Por lo general, el bochornoso ridículo protagonizado por la derecha durante toda la tramitación parlamentaria de la 'ley Otegi', llamémosla por su nombre, habría espoleado mi natural tendencia a la chufla, que la vida es demasiado árida para tomarla en serio. Otro día quizá evocaría a ilustres despistados, como el Perico Delgado luxemburgués. A memorables haraganes, el Oblómov de Goncharov, el Nota de Joel Coen. O igual, hiriente, iría directo al símil de la 'o' y el canuto o la leyenda de Abundio. Pero todo tiene un límite, incluso la ironía, y hoy no toca mistela sino ricino, pues el ganador de esta versión acre del juego del poder por cada zanguango que devora se salta las casillas de la decencia de veinte en veinte. Como en el parchís.
Me pongo en lugar de un huérfano de ETA y pienso en que ninguna puñalada dolería tanto a Julio César como la de Bruto, «¿tú también, hijo mío? Sacan fotos en el Congreso, obligados a forzar la máquina y bordear la misma instrumentalización de las víctimas que critican. Hablan de ignominia y se golpean el pecho en el Senado. Todo por no hacer antes su trabajo y aprender a votar. ¿Rojo o verde? Mira que es fácil. Elige y aprieta. Como en el Simón.
Tenemos reforma laboral porque un diputado del PP se confundió de botón. Y acuerdo ¡unánime! para acercar a la calle a medio centenar de etarras porque los chiripitifláuticos no leyeron los papeles. A la votación congresual se llega con la vejiga vacía y la cabeza despejada. También es cierto que hoy no habría Sánchez de prosperar el error del diputado del PSOE en la investidura, qué rico Herminio, pero él pudo rectificar. Quien lleva la banca manda. Como en el Monopoly.
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Urge un certificado de calidad para acceder a las instituciones. El aristocrático Platón, paladín del gobierno de los mejores, se retuerce en su tumba a la vista de nuestro nivel de exigencia. Por eso, ante la tamborrada jurídico-policial que anuncia un cambio de tercio, me pregunto si a los lebreles de la oposición les dará para seguir el rastro de la UCO o en la batalla final en lugar de espada sacarán un matasuegras. Como en el cotillón.
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