Pon en tu vida un Nostradamus

¿Hablamos de ética? En ella sitúa la profesora Adela Cortina el tronco de una sociedad feliz y justa. Visto así, hacen bien nuestros políticos en reivindicarla. Un mundo sin valores delata el fracaso colectivo. El problema llega cuando lo que debería ser escudo se torna espada, blandida por cada cual en favor de su interés, reduciendo la venerada ética al capricho de una moneda al aire, cara para mí, cruz para los demás.

¿Hablamos de pactos? Excluidos sus simpatizantes, el acceso de Vox a la sala de máquinas institucional reconforta lo mismo que un estreñimiento. Pese a afeitar los pitones del incómodo acompañante -habrá que ir amoldando nuestro lenguaje a la 'cultura' del estoque-, Mazón ya puede pertrecharse para un puñado de emboscadas durante la legislatura. Sirva de entremés la patética negación de la gran pandemia de nuestro tiempo, la violencia machista, en realidad vieja y miserable como la propia humanidad, sólo que otros trogloditas la silenciaron antes que ellos. La pregunta no es si resulta ético que el PP se apoye en Vox, sino por qué el PSOE respondería un inequívoco 'no' a esta cuestión pese a su negocio con Podemos, igual de ultra uno y el otro, estridentes para sobrevivir. Si tanto le importuna, pudo Sánchez habilitar un cortafuegos con los votos de Puig. Ejemplos a la inversa no le faltan. Pero su reflexión tras el 28-M es otra: perdido el feudo necesita agitar el avispero, y cuanto peor le vaya a la Comunitat mejor para sus expectativas.

¿Hablamos de vetos? Pronto juega el PP con las líneas rojas. Es inconcebible que un candidato con el lastre personal de Carlos Flores, inelegible por tanto, supere todos los filtros. Mazón ha tenido fortuna de que el anticipo de las generales le permita largar el marrón en el AVE, y allá se las apañe Feijóo. Valiosa metralla electoral vedada sin embargo a quienes comieron perdices con el grupo de las listas ensangrentadas. A estas alturas de la partida es tarde ya para cambiar las cartas.

¿Hablamos de ética otra vez? Denuncia Bolaños que Feijóo mintió con Vox y tilda Montero de «vergonzantes» sus pactos. Tendrían razón si la misma moral que invocan no los deslegitimara a ambos, a la vicepresidenta que llamó «consenso constitucional» al mejunje monclovita y al ministro que evita dirigir esas palabras gruesas también contra Sánchez. ¿O no fue éste quien se declaró incapaz de dormir bajo el mismo techo que Podemos y luego tenía el sueño menos ligero de lo que pensaba? «Con Bildu nos hemos de entender», insistía esta semana el compadre Iglesias. Supongo que algo así susurraba cada noche al oído del presidente embozado en el edredón del poder. La política sin ética es una mala política. Lo dice Cortina. La que envuelve sus bandazos en la amnesia selectiva, primero llegó el 'no es no', luego el 'sólo sí es sí' y ahora este 'yo sí pero tú no'... esa política aboca al recelo. Lo digo yo.