Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

Es la dualidad del folio en blanco, oportunidad o tormento según las circunstancias. Empezar de cero no siempre resulta sencillo, sobre todo en el universo político, que no sabe de transiciones, tan impaciente ante los nuevos liderazgos como la televisión con sus rankings de audiencia. ... Descartado que exista un mañana, el resultado somete al discurso y quien hereda un siniestro asume la obligación tácita de reedificar sobre tierra quemada sin tiempo siquiera para desescombrar. En ocasiones la jugada sale bien. Con nada que perder porque nada traía, Pedro Sánchez llenó su cuartilla de garabatos abstractos y contra todo pronóstico acabó haciendo carrera. La gloria hoy y el sueldo de expresidente mañana le corresponden. No es lo habitual. Si pienso en misiones imposibles, antes que Ethan Hunt me viene a la cabeza Isabel Bonig, obligada a avanzar mientras los otros le señalaban el retrovisor, su verbo tan enérgico como estéril tras la ponzoña -mucha de ella limpiada luego en los tribunales- que acompañó ese tres en raya que fue la caída del PP local, autonómico y nacional. Porque es lo que tiene el folio en blanco: viene con hambre atrasada y en la alacena de la oposición al principio abundan las telarañas. Cuesta mucho dar con un verdadero escándalo, capaz de calar en la opinión pública. Hasta llegar al 'hermano de' o al 'exmarido de' todo son escaramuzas, y si las prisas llevan a afrontarlas con excesivo denuedo aumenta el grado de exposición al sonrojo, cuando no abiertamente al ridículo, sobre todo si el orador no es nuevo en el negocio y termina de barrer su mierda bajo la alfombra. Eso me ocurre al escuchar la última arenga de Yolanda Díaz. Llama encendida a acabar con la «indignidad» que suponen las listas de espera sanitarias y uno no puede más que aplaudirla, enorme nuestra Pasionaria, dique ante ese enemigo contemporáneo que es la ineficacia política. Hasta reparar, oh decepción, en que los últimos cinco ministros del ramo salieron del bando de la España que avanza, por usar el eslogan del ticket electoral de la izquierda. Carmen Montón, María Luisa Carcedo, Salvador Illa, Carolina Darias y José Manuel Miñones, a cual más progresista, nada pudieron hacer para frenar el colapso administrativo de la sanidad, heredado y agigantado durante sus mandatos. Hoy ese fracaso, el mundo al revés, se erige en ariete del Gobierno contra la oposición. Y es que tan cruel como el folio en blanco es ese otro que apenas deja margen para nuevos trazos entre sus borrones. Acuciada por la exigencia de resultados que convierte al político en criatura del momento, emula a Yolanda Díaz nuestra Sandra Gómez, de vicealcaldesa a opositora, quien en su nueva faceta de zahorí de escándalos adivina un manantial en los incendios de El Saler. Tan habituada ella al estajanovismo de Ribó, dice ahora que a Catalá se le hace bola trabajar en fin de semana. Y defiende que los cinco años de descalabros en la adjudicación de los cañones de agua fueron culpa de las empresas. Y critica la falta de prevención municipal, pues la masa forestal en el parque empezó a desmadrarse un 28 de mayo y la botella de Mirinda hallada por los vecinos entre la mucha basura esparcida aún está por caducar. Al menos al Rialto no le dio por soltar burros en la Devesa. Qué puñetero el folio en blanco.

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