Cónclave de monaguillos
Esa táctica está demasiado gastada. Solo conduce a la adhesión de los ya adheridos y a la melancolía de los huérfanos
Con una metáfora desgraciada Núñez Feijóo anunció el congreso del PP. Un cónclave después del cónclave. Se lo puso en bandeja a Pedro Sánchez. Se ... entra papa, se sale cardenal y todo eso. Se supone que el congreso del partido no es para elegir el papa del mismo sino para trazar unas líneas maestras de cara al futuro, organizar programas, áreas y cargos. Plantear estrategias además de pronunciarse sobre el festival de Eurovisión. Conectar con la calle más allá de pisar los mercados y los asilos en las campañas electorales. Proponer ideas alternativas a la de erosionar a Sánchez. Tomarle la delantera en algo.
En definitiva, ganar la iniciativa y no ir a remolque de los traspiés del Gobierno. Esa táctica está demasiado gastada y es roma. Solo conduce a la adhesión de los ya adheridos y a la melancolía de los huérfanos. Mejor ubicarse en realidades tangibles y pronunciarse con claridad sobre ellas. Por ejemplo, Gaza. ¿Cómo seguir poniéndose de perfil ante tantas imágenes, ante tantas víctimas inocentes? Niños famélicos, niños amputados, sepultados entre escombros, asesinados. Cientos de miles de desplazados a capricho, bombardeados. Hospitales, escuelas, campamentos de refugiados. Ya sabemos que Hamás es un grupo terrorista, y que a veces usa escudos humanos. Y que iniciaron el conflicto actual de un modo infame. Pero cómo amparar y justificar la política de Netanyahu sin levantar ampollas y desafección.
Y aquí, en España, cómo seguir amparando a Carlos Mazón contra viento y marea sin provocar indignación. Y más desafección. Tanto cinismo y oscurantismo. Las horas ciegas de El Ventorro. Su desfachatez a la hora de decir que se reúne con las víctimas de la dana. Unas víctimas que tuvieron que peregrinar a Bruselas para ser atendidas por el PP en una muestra evidente de dislexia política. Pedro Sánchez les vuelve a tomar la dudosa delantera -si delantera se puede llamar al oportunismo de reunirse con las víctimas medio año después de su espantada-, pero delantera al cabo. Lo mismo que ha hecho, y ahí sin tapujos y con una postura clara y humanitaria, al ponerse al frente de la Unión Europea para denunciar el atropello que el gobierno israelí está llevando a cabo con la población de Gaza. Un resort sobre un cementerio. No. Mala idea esa del cónclave por mucho que la cardenal Díaz Ayuso haya prometido dejar la soberbia a un lado y mantener un perfil bajo hasta la celebración del congreso. Resulta complicado creer que la presidenta de Madrid puede abstenerse de pecar en la larga cuarentena que la separa de una congreso que corre el riesgo de ser un cónclave de eternos monaguillos.
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