Perdió la brújula cuando en Valencia se perdían vidas. El reloj y la brújula. La cordura inundada por un mal paso. Corría la tarde del ... 29 de octubre, y, a la par que la mente de Mazón, se inundaban las calles, se ahogaban las personas. El presidente de la Generalitat Valenciana estaba desaparecido. Informado por teléfono, dice. Por el teléfono oficial, porque no tiene teléfono personal, dice. No compareciente en el famoso CECOPI. La comida fluctuante en El Ventorro. Comida personal, comida de trabajo, comida empresarial. Comida con periodista televisiva. Comida muy larga. Horas de lluvia, con Valencia ahogándose.
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Agradeció a Pedro Sánchez la pronta ayuda en una comparecencia conjunta. Se mostró complaciente. Hasta que los números, los horarios, El Ventorro y las alarmas empezaron a naufragar. Y entonces Sánchez fue el traidor. Se transmutó el agradecimiento primero en inquina por la falta de ayuda. Por el abandono a los valencianos. La veleta de Mazón, la brújula con el imán descabalado. La guerra política estaba servida sobre más de doscientos cadáveres. Y Mazón comenzó su letanía. Inocente, contra la cizaña socialista, inocente contra la desinformación, inocente contra la confederación hidrográfica, inocente contra la delegada del Gobierno, inocente contra la insidia popular, inocente contra los insultos de la calle, inocente, inocente.
Se manipularon audios, se presionó a funcionarios para demostrar esa pálida inocencia que todos querían manchar. Dónde estuviste, Mazón. Qué pasos diste en tan mal día. Y qué desgracia no poder dar marcha atrás al reloj y tener un comportamiento ejemplar. No sentir ahora la persecución de la tozuda realidad, de tanta desgracia como llovió ese día aciago. Sobre Valencia y sobre ti, llovió. Y sobre ti llueve sin cesar, todavía. Y hay nubes oscuras en el horizonte. Por mucho que Núñez Feijóo, por mucho que Miguel Tellado, por mucho que una parte del PP, incomprensiblemente, te avalen.
Ahora se sabe que Mazón llegó al CECOPI a las 20:28 horas y afirma que no se contradice ni miente, pues siempre aseguró haber llegado después de las 19:00 horas. Y dice que es verdad, es un hecho fáctico. Cierto. Tan cierto como si hubiese dicho que llegó después de las tres de la tarde. Pero a esa hora, ay, estaba Mazón en el afamado restaurante. Y después, después no se sabe. Vagaba por el limbo. Un limbo que puede ser su despacho, el largo y tortuoso camino hasta el CECOPI y una nebulosa en la que se pierden sus pasos. Inocente. Y los demás calumniando su virtud. Cuánto pesa a veces la inocencia de los mártires. Solo que los verdaderos inocentes se ahogaron el 29 de octubre.
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