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Íbamos andando camino del colegio cuando mi hijo pequeño (11 años) interrumpió mis pensamientos dándome unos toquecitos en el brazo. «Papi, ¿quién es el abuelito ... de la bicicleta de los carteles electorales?». Seguí su dedo señalando y me topé con un cartelón del 'Riboluciona Valencia'. La campaña del alcalde con Ribó en blanco y negro, trajeado y saludando con gesto simpático desde el sillín de una bici. Mi hijo había pasado por delante de los carteles electorales del PSPV, del PP y de VOX, y ninguno de los rostros retocados, engominados, artificiales y sosos le había llamado la atención. Y aquello me hizo confirmar lo que ya me rondaba hace días. Compromís se ha montado una campaña de lo más maja, atractiva y resultona. Cercana, diferente a los aburridísimos carteles de careto que ya no te hacen levantar la vista del suelo. Una campaña 'ribolucionaria', jugando con el eslogan de la coalición. Y hablando en términos de marketing, porque en realidad, la revolución riboniana no se palpa. Mucha bici en el cartel, pero el equilibrio de movilidad entre todos los vehículos sigue siendo una asignatura pendiente. Un cementerio para mascotas (que no digo que no esté bien) ha sido su propuesta más original, por decir algo... Mucha apuesta por la vivienda para todos, pero Valencia sigue siendo una de las ciudades de España con mayor problemática de casas okupadas. La 'ribolución' se queda en los carteles.
Y qué decir de su participación en debates (a los que quiere ir). Está siendo más que decepcionante. Aunque no el único. Ribó anda todo el rato leyendo sus papeles, sin 'punch' en las réplicas y con una comunicación no verbal que seguro que más de un estratega político dictaminaría que le ha podido restar votos. Cierto es que los candidatos no están demostrando en su mayoría una gran altura en su marketing gestual. El número dos popular para el Ayuntamiento de Valencia, Juan Carlos Caballero, hizo gala en el debate de À Punt de todos los defectos en los que no debe caer un político: sin mirar prácticamente a cámara cuando hablaba, desviando la mirada a un lado y a otro (poca credibilidad da eso al mensaje) y quedándose mudo con más de una réplica necesaria. Y vaya si tiene importancia la imagen. Recuerden lo que pasó en el famoso cara a cara entre Kennedy y Nixon. El primero ganó por goleada el debate por televisión, según los analistas. El segundo, arrasó por la radio. Su mensaje caló; su gestualidad y su aspecto no lo hicieron. Y la audiencia millonaria de la tele dictó sentencia luego en las urnas.
«¿Este sale en los carteles, ¿quién es?». Otra vez mi hijo, señalando durante el debate de la televisión valenciana a Fernando Giner. Al menos su cartel ha hecho que muchos se queden con su cara. Su conocimiento, como ha revelado la encuesta publicada por LAS PROVINCIAS, sigue siendo mínimo por parte de la ciudadanía. A pesar de llevar desde 2015 en el Ayuntamiento. En los debates ha sido uno de los más activos lanzando propuestas y gestión. Quizás mejor que la 'leña' constante de Sandra Gómez. Centrando casi todo en denunciar los 'pufos' del PP. ¿Pero no se dan cuenta de que llevan dos legislaturas gobernando? ¿Hasta cuando van a seguir viviendo de las rentas del pasado? ¿Todo lo que dicen que van a hacer no lo han podido hacer en ocho años de Gobierno en la Generalitat y cogobierno en el Ayuntamiento? Las 'riboluciones', mejor no sólo en los carteles.
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