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La Ley de Bienestar Animal tan cacareada en los últimos meses es una auténtica pantomima. No lo digo yo. O no sólo yo. He hablado ... estos días con abogados expertos en Derecho Animal que reconocen que el texto no es un «imperativo legal». O lo que es lo mismo, que no obliga a nada. O no al menos en lo que se refiere al acceso de mascotas (los animalistas no quieren que se use esta palabra, así lo piden, manda huevos) a edificios públicos y medios de transporte. En este ámbito, todo queda sujeto a la decisión de la administración y de lo que marquen las ordenanzas. Da igual lo que diga la ley. Si quieres ir a la biblioteca con tu perro te encontrarás con un cartel en la puerta que lo impide. Y nada podrás hacer. Si quieres ir a un PROP o a una sede de la Generalitat, también te cerrarán la puerta en las narices. Esta semana nada me aclararon al respecto sobre ello los responsables de este asunto en el Consell. Y la ley deja en manos de la administración qué hacer. Papel mojado.
Así que, ¿qué es lo que aporta la nueva ley para proteger a los animales? Un seguro de responsabilidad que nada tiene que ver con las mascotas y su felicidad. Y que aún no está activo porque no se ha desarrollado un reglamento como pide la norma. Más papel mojado. ¿Gran avance no poder dejar a los animales un momento atados a la puerta de una panadería, farmacia o comercio similar? Al contrario. Te impide hacer vida normal y callejera mientras paseas con tu mascota por el barrio. Lo he vivido en mis propias carnes. Yo soy el amo de 'Rayo', un pequeño Jack Russell que no llega a los 10 kilos que se marca como frontera para subir en la EMT con tu amigo peludo. Yo podría ir en bus con él, pero no el propietario de un San Bernardo. O de un pitbull. ¿Y por qué no? ¿Se prohibe en la EMT subir a ciudadanos a partir de 100 kilos? ¿Por qué a humanos no se les discrimina y sí a los animales? Porque la ley lo permite. Más papel mojado.
Yo adoro a los animales. En mi casa o en la de mis padres siempre ha habido perro. Primero 'Rubi', una mezcla de sabueso y mestizo que era el rey en Piqueras y en casa de mis abuelos. Luego vino 'Nela', otra sabuesa cruzada. En mi pequeña casa de Paiporta nos ganó el corazón 'Maya', una braco abandonada y en los huesos en una obra de Pego a la que adopté tras recogerla un amigo. También 'Nela' en casa de mis padres, otra sabuesa mestiza. Cuando ella se fue llegó el turno de 'Thor', que ocupa ahora el corazón de mis padres. Abandonado en Modepran junto a sus cinco hermanos cachorros. Y ahora 'Rayo' está conmigo. Casi todos perros de caza. ¿Por qué? Porque los denostan los animalistas y los malos cazadores. Yo fui cazador durante un año en Cuenca. El falso animalismo critica la actividad cinegética hasta que jabalís, zorros y conejos asolan cultivos. En la Comunitat ya está pasando. Entonces los falsos profetas del animalismo cargan contra la inacción de la administración. La culpa es del «ecologismo de salón», que recientemente cuestionó la actual consellera de Medio Ambiente. La caza, la responsable, da equilibrio a la cadena de la naturaleza. Cazar es amar a los animales. Para mí no es precisa una Ley de Bienestar Animal para tener a 'Rayo' como un rey. Hace tiempo que no lo ato en la puerta de ningún comercio porque llora cuando entro. Nos hacen falta menos normas y más educación y sentido común. Somos una sociedad deficiente con eso. 'Rayo' me mira mientras escribo esto para ver cuándo lo saco. Así que paro. Nos sobran multas y nos falta humanidad.
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