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Relatos junto a la hoguera

La cara del mal

Bretón, Ignacio Palma, el asesino de la niña Olga Sangrador... He mirado a muchos homicidas. No pocos reinciden. La reinserción tiene un problema

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 23 de julio 2023, 00:16

Han pasado diez años desde que le miré a la cara. Desde que me crucé apenas unos segundos con él cuando abandonaba la cárcel de ... Herrera de la Mancha, la misma de la que ayer salía para no volver Joaquín Ferrándiz. Era Valentín Tejero. El asesino de la niña Olga Sangrador en Valladolid, liberado al reducirse su condena por la derogación de la llamada 'doctrina Parot'. Tenía nueve años. La mató con sus propias manos, las mismas con las que al ser excarcelado se ajustaba un pañuelo palestino con el que ocultar su cara. Después la abandonó enterrada en medio de un campo en Valladolid. Antes la había violado. Una década después de ver como salía de prisión en la época en la que cubríamos también la puesta en libertad de Miguel Ricart (2013, por la misma 'doctrina Parot'), pese a haber pasado todo ese tiempo, hoy me sigo sobrecogiendo con su recuerdo. Con las sensaciones que noté a su lado. Con las vibraciones. Con el presentimiento. Salió de la cárcel como un animal enjaulado. Con actitud desafiante ante los medios de comunicación. Con una barba que le llegaba más allá del pecho y una melena larga y descuidada, lo que acrecentaba la sensación de ser salvaje. Pero sobre todo le rodeaba una especie de aura maligna. Una desazón con su presencia que te llegaba al alma. La intuición de pensar: «Este hombre lo va a volver a hacer».

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