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A las tres de la madrugada del 19 de enero de 2022, en la huerta de Moncada hacía frío. Mucho frío. Pero sobre todo helaba ... el alma saber lo que había detrás de aquella residencia enmarcada entre la oscuridad y los destellos de las patrullas de la Guardia Civil y de los Bomberos. Nueve ancianos fallecidos en uno de los incendios más dramáticos de la historia de la Comunitat. Parapetados bajo abrigos, guantes y bufandas allí estábamos el compañero Jesús Signes y un servidor. De estar en pijama en la cama a saltar para cubrir uno de los sucesos más tremendos de los últimos años. Es nuestro trabajo, al fin y al cabo. La actualidad manda. Estar allí a esas horas no tenía por qué ser una obligación para José María Ángel. Pero allí estaba el entonces máximo responsable de las Emergencias en la Comunitat, hoy cabeza visible del Comisionado por la Reconstrucción del Gobierno en Valencia. Ángel se acercó, me estrechó una mano helada en la húmeda huerta de Moncada y me contó lo que se podía contar de un asunto entonces 'sub iudice', hoy ya archivado al considerar que no hubo ningún tipo de negligencia ni irregularidad por parte de la empresa que gestiona la residencia. Yo me alegré de verle allí y él lo mismo conmigo. Me lo recordó este jueves, cuando después de dos meses de gestiones, LAS PROVINCIAS consiguió reunir en un encuentro inédito a Ángel y a su homónimo en la Comunitat, el vicepresidente y conseller por la Recuperación, Francisco José Gan. En la sala en la que cada día se decide la portada de un diario próximo a cumplir 160 años, Gan se interesó por los históricos cuadros de los fundadores de esta casa. Ángel recordó las muchas veces de visita en la redacción cuando traía las Copas de Europa del mítico Osito La Eliana, él como alcalde y máximo forofo de un equipo de balonmano irrepetible. «¡Si tenemos alguna aún por aquí!», le dijo el jefe de Información, Héctor Esteban, para aparecer en un segundo con el trofeo. «Un equipo de La Eliana campeón de Europa... España no deja de sorprenderme, para bien», apuntó Gan. Los que le conocen (como el compañero Marrahí, redactor de Defensa muchos años) dicen que Gan no era un mando militar al uso. Que era alguien que se calzaba las botas junto a la tropa, que empezaba el tajo el primero y acababa el último. Por algo es el autor de un libro de título 'El arte de mandar bien. Querer, poder saber'.
Los dos tomaron café durante la entrevista publicada este sábado. Ninguno entró en batallas con el otro. Más bien al contrario, asentían o apostillaban lo que el otro decía. Cierto que no fue fácil reunirlos. Agenda, recelos, presiones de Madrid y de otros medios... Pero allí estuvieron. «Mirad este mapa. En todos estos puntos de colores trabajamos codo a codo el señor vicepresidente y yo. Lo que pasa es que a veces parece que tengamos que ir a hurtadillas». A Ángel casi se le iluminó la cara como un niño cuando sacó el desplegable con las misiones conjuntas. Gan lo observó con una sonrisa. Y yo recordé los cinco meses que llevamos de fango político tras el barro de la tragedia. Cinco meses de ataques de unos a otros. De puñaladas mutuas y constantes 'y tú más'. De incesantes fantasmas en el ambiente. Dejemos ya el ruido. Dejemos que la jueza de Catarroja hable y haga su trabajo. Que diga quién es responsable. Dejemos que dos hombres de bien llamados a ser políticos sigan su senda. Continuemos vigilantes a que cada uno cumpla, por supuesto. Esto no es Eurovisión, a ver quién hace más puntos, como ironizó Ángel. Esto va de Valencia y de salir de esta. Juntos.
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