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Esta es una historia real. De miedo. Un aviso a padres y navegantes. Tu hijo puede tener una tarjeja de crédito falsa. Es sencillísimo conseguirla ... en internet. Bastan unos clics y apenas 13 euros. Y tu chaval tendrá una tarjeta virtual con la que hacer casi de todo en la red. No es ficción. Está pasando. Así me lo cuenta el padre de un amigo. Un hombre confiado en la responsabilidad de su hijo, de 14 años, pero cuya experiencia demuestra que toda precaución es poca ante los insondables peligros de internet. Mi amigo acostumbra a revisar el móvil de su hijo. La condición para que el chaval tenga teléfono propio es conocer su código de acceso. Y el crío lo cumple. El hombre revisa cada cierto tiempo el smartphone. Vigilante ante posibles peligros. Así es testigo de como el incipiente adolescente empieza con los primeros escarceos con las chicas. Como bromea (o igual no) con los amiguetes con hacer los primeros botellones (todos hemos pasado por ahí). Cómo el whatsapp le permite estar en contacto con los amigos de la urbanización, a los que sólo ve de vez en cuando. Nada alarmante. Nada sospechoso. Hasta que saltó la liebre. El padre comprueba cómo su hijo empieza a hablar con amigos de envíos de paquetes por Aliexprés. Cómo coquetea con la posibilidad de comprar bitcoins. Cómo habla de abrirse una cuenta de Paypal. Hasta que descubre una conversación.
-Yo tengo una tarjeta falsa que me hizo uno.
-¿Y tus padres no te dicen nada?
-No me miran el móvil...
Pobre incauto. Todas las alarmas de mi amigo se dispararon. Y asaltó a su hijo con preguntas y averiguaciones. Me cuenta que el chaval acabó llorando. Que le confesó que a través de una web «con bots», según dijo el chaval, te pueden hacer una tarjeta de crédito con una numeración aleatoria y unos datos ficticios con los que abrirte una cuenta de Paypal. Alucino con las nulas comprobaciones de estos sitios supuestamente fiables y seguros. Y un carajo. El chaval no lo hizo por codicia. «Por ver si los paquetes llegaban». Inocente. Mi amigo aún no sabe muy bien cómo, promete seguir investigando y contarme, pero su hijo había conseguido dinero a través de Tik Tok. Siguiendo a ciertos usuarios, animando a amigos a conectarse a la red social y recibiendo algunos céntimos o euros a cambio. También intercambiando códigos en unas apps. El whatsapp de su hijo estaba lleno de números que intercambiaban entre compañeros de clase. Mil y una historias con las que su hijo había logrado reunir la nada despreciable cifra de 30 uros en Paypal. Por la cara y a saber con qué origen.
Así que, señores padres, como decía el entrañable sargento Esterhaus en 'Canción triste de Hill Street', tengan cuidado ahí fuera. Esta historia es apenas la punta del iceberg del peligro al que se enfrentan nuestros chavales. Privarles de móvil a cierta edad se ha convertido hoy en una misión imposible. Les aíslas de un entorno enteramente tecnológico y conectado. Suena triste, pero hacerlo lo empuja a convertirse en el rarito de la clase. Aunque no controlar su móvil y sus redes es como dejarlo literalmente a pecho descubierto en una selva llena de estafadores, golfos, proxenetas y desviados de todo tipo. Lo contábamos aquí esta semana. Niños de ochos años ya tienen acceso a la pornografía en internet. Horrendo. La tecnología nos mejora pero nos puede hundir. Y más a personas que ni siquiera han empezado a serlo. No se corten en ser unos ogros. Vigilen. Controlen. Protejan.
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