Secciones
Servicios
Destacamos
La vida es eso que pasa mientras haces otros planes. Lo dijo John Lennon, un genio que creo que tuvo tanto de genial como de ... impostura exagerada, pero que con esa frase no pudo atinar más. La vida es eso que transcurre cual apisonadora, ante cuyo irremediable sino nos obstinamos con ir en contra, con planes, dioses, sueños, proyectos y anhelos. Mil y un espejismos para tratar de hacernos creer que llevamos el timón, que el destino lo forjamos nosotros, para convencernos de que lo que sea en el futuro lo sembramos aquí y ahora. Pero la rocosa vida es tozuda, decidida y cruel. Por mucho que con nuestros planes intentemos domarla, coger las riendas, como el que intenta cincelar un enorme risco de granito a golpe de mondadientes. Ella, la vida, suspira, nos mira paciente y ferozmente, y suelta su descarnada risotada.
La vida es eso que te atropella mientras estás tomando unas cervezas tras el trabajo. Esta vez en forma de whatsapp. «Laura, la hija de Maribel y de Jesús, ha fallecido de cáncer de colon. 44 años y una niña pequeña». El mensaje de un amigo del pueblo y la vida irrumpe voraz. O más bien la muerte. Y ves a Laura, valenciana, risueña, vibrante y alegre, en un sinfín de escenas en el pueblo que pasan por tu mente. En su casa. Con sus padres. Con su hermano. Te acuerdas de sus abuelos. De Avelina y de Paco. 'El herrero', ese que tenía una pequeña fragua al lado de su casa ante la que pasabas de niño. Y veías salir una cascada de chispas a manos de un maestro del hierro con máscara de soldador. Y tu mente infantil despegaba. De allí salían fastuosas armas medievales. Y en el monte jugabas con amigos a manejar una de esas espadas, con un palo en la mano y en la otra un trozo de chapa de una lata de diesel Castrol como escudo. La misma mente que ahora se ennegrece al volver a Laura. A recordar la última vez que la viste. A esa caldereta de cordero que compartiste en la desierta piscina de Piqueras un verano hace demasiado poco para que ahora esto sea real. A Cala, esa niña de pelo rizado y tez morena, de apenas cuatro añitos, que corría de acá para allá. A cómo Laura la durmió entre sus brazos. Y caes en una espiral de angustia cuando piensas que ahora no entenderá nada. Que dónde está su madre. Que la vida le ha enseñado los dientes demasiado pronto. Que malditos los dioses que permiten esto, como comentaba al conocer la noticia mi hermano, desbordado, de una edad como la suya.
Y ya está. Laura se fue. Como la canción de Nek pero en versión negra, cruel e inabarcable. Igual que se fue su madre. También demasiado joven. En un absurdo accidente de coche con un camión de la basura en un pueblo de Valencia. Y entonces intentas volver a tus planes. Tratas de olvidar con lo que vas a hacer mañana. Con lo que hiciste en el último viaje de vacaciones. Apuras de nuevo unas cervezas en la mejor compañía. Intentando domar de nuevo el monstruo de la vida. Y otra vez te das cuenta de que la vida es eso. Lo único que puedes dominar. El día a día. El disfrute del instante. La soberana grandeza de las pequeñas cosas. Pero vuelves a Laura. A la maravillosa habitación llena de juguetes que tenía su hermano Raúl en su casa. Y aquel día que disfrutaste tirado en su moqueta simulando batallas de romanos con los diminutos 'clicks' y los gigantescos 'airgamboys'. Y sabes que eso nunca se lo llevará la jodida muerte. Ni los recuerdos, ni el dulzón deje valenciano con que sonaba la voz de Laura ni las delicias de cada día. La vida es eso que pasa mientras haces otros planes. Así que mejor no dejarla pasar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La mejor hamburguesa de España está en León
Leonoticias
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.