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Si pudieras regresar a un momento en el que fuiste feliz, ¿a cuál volverías?». El mensaje lo vi en uno de esos vídeos con una ... cadena de imágenes y música sugerente que se hacen virales en las redes. No importa en cuál. Importa el mensaje, La filosofía. Especialmente hoy, en el 'día mundial de la salud' para el que no le toque la Lotería de Navidad. A los que sí les haya sonreído la fortuna les harán falta menos motivos para ser felices, sobre todo si es un buen pellizco. Pero hoy y todos pueden ser los 'días mundiales de la felicidad'. El 'si pudieras' que acompaña a volver a los buenos momentos es algo que puede materializarse con sólo proponerlo. Y muchos sin apenas coste ni precio. Factibles con el simple hecho de valorar el tesoro de las pequeñas cosas. Tan valioso como el Gordo o una suculenta pedrea de los Niños de San Ildefonso. Algo tan simple como el placer de deslizar tus pies desnudos en la sabana bajera de la cama, con el nórdico encima, después de un día de trabajo intenso y de mucho andurreo. Recordar la emoción del instante en que le viste por primera vez la cara a tus hijos. Ese cosquilleo de amor, entrega absoluta y responsabilidad desbordada que te entra. El momento de levantarte cada mañana para ir al colegio o a la universidad y caminar somnoliento por el pasillo a oscuras de la casa paterna, con la única luz al fondo de la cocina iluminada con el foco de la campana extractora, el aroma de las tostadas recién hechas envolviéndolo todo y tu madre, en camisón, trajinando de acá para allá, con colacaos y bocadillos para Agustinos. La emoción de recorrer con el viejo Passat familiar las últimas curvas que se deslizan entre pinares y cultivos de entrada a Piqueras. El gusanillo en el estómago de saber que llegan de nuevo tiempos de estar otra vez con los amigos, de pedalear de sol a sol, de tardes entre bocatas de chóped y nocilla y noches tumbado en la carretera bajo las estrellas. El placer de ponerse ante una columna en blanco y darle vida enlazando palabras. El sol en tu cara mientras te deleitas con una novela. El ruido de la lluvia golpeando en la ventana en una tarde de peli y mantita. Tu perrete mirándote con devoción, moviendo la cola de un lado a otro con ilusión con apenas que arquees una ceja. Que salte de su cama con sólo las dos mágicas palabras de '¿nos vamos'? Que te suene por error la alarma de las tradicionales 7 de la mañana en un día festivo. Cabrearte por el olvido de haberla desactivado y comprobar que puedes seguir retozando un buen rato más, sin prisas ni quebraderos de cabeza. Ver como gotea el café por la mañana. Su olor. El sabor de los primeros sorbos. El olor de una mandarina. El cítrico abrazo de los primeros mordiscos. El cariño con el que notas que te hablan, tratan y esperan tus padres, a pesar de que muchas veces esperan demasiado tiempo, a pesar de que demasiado a menudo les llames poco, a pesar de que la vida te lleve muchas veces de un lado a otro, como el corcho bamboleado por un mar bravío que pese a que quiera no puede muchas veces llegar al salvavidas que siempre es la casa de los padres. La inmensa felicidad de publicar una injusticia y lograr que esta se subsane. Que se dé el tratamiento médico que merece a alguien con años de espera de una operación. Que una administración apriete el paso para subsanar un error con los ciudadanos. La esperanza de que esto pase de una vez por todas con las víctimas de la dana. Sin Gordo ni premios flacos, en esta vida si uno no es feliz es porque no quiere.
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