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Desde el mirador

El bombero solitario

Baraja lidera un proyecto contra un equipo de pelotas asalariados cuyo objetivo es complacer al amo

Miércoles, 21 de agosto 2024, 23:24

No les voy a negar mi sorpresa. Regreso de las vacaciones -las de mi columna en LAS PROVINCIAS, se entiende- y me encuentro con una ... frase de Rubén Baraja tras la derrota ante el Barça que nada tuvo de vacía. Quizá fuera inconsciente dentro de su habitual discurso blando, o quizá no, pero la carga de profundidad de sus palabras no admite dudas. «Sin inversión no se puede pensar en otro escenario» dijo el Pipo. Creo poder afirmar que, en el año y medio previo como entrenador del Valencia CF, nunca lanzó un mensaje tan claro hacia la propiedad. No mató a nadie estilo Marcelino con lo de los cangrejos, pero subió dos peldaños la intensidad de su discurso ante la vergonzante situación deportiva que ahoga al club de su vida. Y eso en Baraja es noticia. Lim mantiene al club en una situación límite y lleva al límite a cada entrenador que pasa por su guillotina. Hasta el momento, Baraja siempre se ha comportado -también el pasado sábado- con una educación y un respeto que Lim jamás mereció. Ni una mala palabra pese a que -no tengan dudas- Pipo Baraja piensa de Meriton lo mismo que cualquiera de ustedes. Lo que pasa es que ha decidido optar por el camino más difícil -para mí es el más difícil- optando por no huir del incendio. Peter Lim, Layhoon, Miguel Ángel Corona y Javier Solís forman un entramado de mirones al servicio de Lim mientras todo se quema, y Baraja es el bombero que se queda para intentar salvar vidas aún a riesgo de acabar calcinado. De hecho, tras una temporada espléndida en lo deportivo -aunque no se alcanzara Europa en el tramo final-, Baraja no solo no ha intentando aprovechar la ola y buscar otro destino sino que ha decidido renovar. Es de locos. Sabe perfectamente la calaña que le rodea pero pone a su club de fútbol por encima de quien dirige la Sociedad Anónima. Su valencianismo está fuera de toda duda. En lugar de huir de la bomba diaria de destrucción masiva se coloca en el centro de la diana para pelear contra todo con lo poco que le dan. Es su forma de entender el valencianismo. Mientras 40.000 valencianistas van al estadio a partirse la cara por el equipo pese a no soportar a Lim, el entrenador hace lo mismo desde el banquillo más letal de Primera División. No olviden nunca esto cuando vengan mal dados los resultados.

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