Bomba de humo

Afloran de nuevo en la calle las dos Españas, la misma historia de siempre que no es más que la que interesa que así sea a una parte: la que manda. Mantener un país dividido y enfrentado facilita mucho normalizar la tropelía, cometer errores sin que pasen factura o transitar por caminos de dudosa legalidad para llegar a conseguir esa perpetuidad en el poder. Abran los ojos y vean cómo el fin justifica los medios.

¿Recuerda cuando recibimos aquella noticia sobre un virus que había puesto en cuarentena a una ciudad en China? Parecía lejano, insignificante, aislado, cosas de estos chinos que son algo rarunos a ojos de occidente. Sin embargo, a la vuelta de pocos días se nos vino encima la mayor pandemia que hayamos sufrido en nuestra generación. Todos jodidos metidos en casa, con las consecuencias que esto supuso, mientras nos preguntábamos cómo era posible que hubiera sucedido aquello. Empiezo a tener las mismas sensaciones ante los actos violentos que se están desarrollando estos días. Hay un descontento, llámele indignación o rabia, entre gran parte de la población que ve cómo Sánchez tensa una cuerda de la que penden las bases de nuestra Constitución. ¿Y si estas manifestaciones sólo son una pequeña muestra de un sentimiento silenciado y nos explota en la cara en unos días con una España enfrentada en la calle? Se llama guerra civil. Los ingredientes con los que juega Sánchez dan para ello, al igual que si juegas con patatas y huevos es muy probable que te salga una tortilla de patatas.

Cuidado con seguir calentando la sartén porque el ciudadano en general ha perdido bastante su capacidad de ser paciente. Todo tiene un límite y Sánchez nos ha puesto a prueba y a mi parecer se ha extralimitado.

Un cheque en blanco a los independentistas no lo justif ica ni sus explicaciones, ni las bombas de humo a las que nos tiene acostumbrados. De verdad que es momento de preocuparse y pensar quién puede estar al volante si esto se va de las manos, como en la pandemia. Somos españoles con una gran historia, cuidado que no despierte la fiera dormida. Da miedo.