Bye, bye, 2024

Pero cuidado, porque es tan real como la gente que sigue sin casa, sin coche y con el puñetero barro en los garajes. Sus señorías no ayudan desde su guerra de trincheras, bien lo saben, pero siguen con la defensa de su inocencia, lejos de llegar a un gran pacto de estado donde encontrar puntos de encuentro para ayudar en las zonas afectadas.

Este 2024 está siendo un año para olvidar, siendo amable a la hora de definirlo. Hemos sufrido un incendio devastador, como nunca habíamos visto, a principios de año en Campanar. Sin habernos recuperado del todo, nos azota una DANA en forma de tsunami con el resultado de la peor tragedia de las últimas décadas en Valencia. Paralelamente, ayer mismo se produce una gran explosión en una fábrica de Ibi en la que aparecen tres trabajadores muertos y varios heridos graves.

Y yo me pregunto: ¿llegará algo bueno para retomar cuanto antes la normalidad? En el ambiente se respira intranquilidad, los valencianos estamos aún en shock tras el tremendo golpe de la riada y en el futuro político solo se atisba bronca y más bronca. Es decir, lo último que necesitamos.

La semana pasada vi un rayo de esperanza en el fichaje de Gan Pampols como vicepresidente de la reconstrucción y en aras de 'autoanimarme' me acerqué a París-Valencia, librería en la que me confirmaron que no soy el único 'pirao' en motivarse, pues 'El arte de mandar bien' (publicación del Teniente General) se encuentra agotado. Hoy me han llamado, mi ejemplar ya se encuentra disponible. Tal vez encuentre en él, una pista para la esperanza porque el resto de pistas son, efectivamente, para circo.