Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

Hace bastante tiempo, posiblemente años, tomé una decisión bastante contraria a lo que la mayoría de la sociedad de nuestro siglo practica. El mero hecho de publicar y comentarla en un medio de comunicación como este, es ir a contracorriente con las consecuencias que ello ... conlleva. Pero los hechos que protagonizan la actualidad de los últimos días y semanas me confirman el acierto de aquella decisión, que no es otra que pasar del fútbol olímpicamente. Vaya por delante que amo el deporte profundamente, me gusta el basket, la F1, las motos, el balonmano y hasta los saltos de esquí del día de año nuevo, pero no hay que graduarse para comprobar que el fútbol es impulsivo, genera emociones y entre muchas de ellas aflora constantemente el peor reflejo de esta sociedad. Gran parte del problema se genera en el propio césped con la actitud de jugadores y entrenadores, que siguen intentando engañarse en un juego en el que hay cámaras capaces de mostrar al detalle la perfección de su depilación y, sin embargo, no se dan cuenta de que con cada falta cometida, la repetición del visionado destapa la mentira y la teatralidad que hay en su juego. En el fútbol no hay honor, ni lealtad, no hay respeto, ni honradez, ni integridad, como puedan verse en otros deportes mucho más duros como el rugby.

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Hay más nobleza en un partido de baloncesto de alevines donde todos se respetan y se saludan con los árbitros, incluido el de mesa, y donde los padres solo animan y no van a desfogarse ni a desgañitarse contra nadie.

El fútbol se ha convertido hace mucho tiempo en el contenedor donde vomitar parte de la basura que tiene mucha gente en la cabeza. Suena duro, pero así es. Desde lo más bajo con las acciones de los jugadores, hasta lo más alto con directivos dando 'piquitos' a jugadoras al más puro estilo 'chulo-piscinas', pasando por aficionados que insultan a jugadores llamándoles monos o negros de m...

En el fútbol no hay honor, ni lealtad, no hay respeto, ni honradez, ni integridad

Y sí, también sé disfrutar de un buen encuentro, una final, un partido de fútbol interesante, porque los hay. Pero el balance entre todo el vómito que genera al que llaman «deporte rey» y lo poco bueno que llega a ofrecer, la felicidad pasa por ignorar uno de los mayores entretenimientos de la sociedad.

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Pero la ignorancia no evita el problema, porque sigue estando ahí. Algo parece que estamos haciendo mal para que constantemente el fútbol sea fuente de violencia y debemos volver a mirar hacia la educación, esa gran olvidada. Porque de casa se dice que hay que salir llorado y también habría que hacerlo educado.

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