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Dan ganas de no ver la tele, leer prensa, ni escuchar la radio, por lo menos durante una quincena a modo de depuración mental y reseteo informativo. Porque con tanta elección de por medio hemos estado sometidos a una tensión invisible pero palpable que nos ... ha ido erosionando poco a poco. No solo a los medios de comunicación, que nos dedicamos al asunto en cuestión, sino a la población en general. Los últimos meses han sido duros, enrevesados y cansinos desde el punto de vista político. Demasiada confrontación, extremismo y polarización en vena, con una dosis mínima de anestesia.
Parecía que esto acababa el pasado domingo con la celebración de las elecciones generales pero con Sánchez todo es posible. Recuerdo escribir en esta misma columna que no había que menospreciar a Pedro Sánchez, ese tipo que agarró un coche para hacer campaña por España y que acabó por recuperar las riendas del partido. De la misma manera he de decir que en la anterior publicación aseguraba que no le salvaba ni el Espíritu Santo; craso error.
No es que el capítulo no haya acabado, es que el resultado obtenido en las elecciones generales del 23J deja un futuro incierto. Creo que no habrá nuevas elecciones y que Sánchez logrará pactar con quienes haga falta para obtener el apoyo necesario. Me puedo equivocar, pero apuesto por la versión más kamikaze de Sánchez, que es la de lograr el objetivo a costa de lo que sea. Sobre el papel parece imposible, pero ¿no parecía también que Sánchez se iba a hundir? No menosprecien al maestro del trilerismo: «¿Dónde está la pelotita? ¿Aquí o aquí?».
Atrás quedaron todas las estrategias de unos y otros para evidenciar que el bloque de izquierdas ha estado más avispado y rápido que el de derechas, lo pinten como lo pinten.
Ahora bien, antes de cerrar la 'paraeta' temporalmente me gustaría ser un poco egoísta con la situación que tenemos en nuestra Comunitat valenciana. En Madrid (y Cataluña) quedan pendientes de las negociaciones, muchas de ellas a puerta cerrada y en secreto, para intentar conformar un gobierno más complicado que el camarote de los hermanos Marx. En Valencia por lo menos lo tenemos claro con Carlos Mazón como nuevo president y un proyecto que promete gobernar para todos. Veremos cómo gestiona todos los retos, pese a que hay quien critica con solo diez días como president.
Es difícil desconectar con los pactos que se puedan originar, desde luego promete ser apasionante, así que nos vamos de vacaciones pero con un ojo avizor, que lo mismo le ponen un busto a Puigdemont.
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