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Los hijos nacen, crecen y vuelan para independizarse, ley de vida. Pero la creación de nueva construcción en nuestro país se paralizó tras el 'boom' inmobiliario de 2007 y jamás se volvieron ni a acercar a aquellas cifras de construcción. Así que si unimos la ... falta de nueva vivienda y el salario medio de un español, el único listo que vuela para independizarse es Puigdemont.
El Banco de España ha cifrado en 600.000 viviendas para poder empezar a resolver el problema que tenemos en nuestro país. Atrás quedaron aquellas VPO que daban oportunidad de acceso a los salarios más frecuentes. Hoy vienen a ser de 18.502 euros brutos al año, unos 1.280 euros netos al mes en 12 pagas. El segundo salario más frecuente ronda los 16.500 euros brutos al año, unos 1.180 euros netos al mes en 12 pagas. El estándar ideal para el gasto presupuestario destinado a una vivienda debe estar en torno al 30% del salario, es decir, unos 390 euros en el mejor de los casos.
Ya me dirá usted a dónde vamos con estos números, si no contamos con una pareja que trabaje, puedan sumar dos sueldos a la unidad familiar y poder plantearse un alquiler. De la compra de una vivienda por ahora ni hablamos porque los tipos de interés condenan al hipotecado a morir en vida con el banco por los siglos de los siglos.
Es imposible dedicar solo el 30% del salario a una vivienda y mucho menos en solitario. Apenas hay políticas para viviendas sociales y Cáritas se encuentra con gente que se ve obligada a compartir piso entre 4 familias, hacinadas una en cada habitación, por la que pagan 600 euros. La falta de recursos se suma el miedo a denunciar el abuso porque muchos de ellos no tienen papeles y temen ser expulsados del país.
Pasa el tiempo y sin darnos cuenta ha subido todo menos nuestro poder adquisitivo con excusas para ir elevando el coste de la vida: desde la pandemia hasta la guerra de Ucrania. Nos han hecho creer que todo el cereal del mundo se cultiva en zona de guerra y a partir de ahí sube el pan, la gasolina y el aire que respiramos.
Los que revisan la renovación de contratos de alquiler ven cómo cambian las condiciones económicas al alza en porcentajes abusivos. Donde ponía 700 euros al mes, ahora se dispara a más de 1.000 euros, como es el caso de Begoña, vecina del histórico barrio del Carmen, que le resulta imposible hacer frente en solitario a la renovación y se ve obligada a volver a casa de sus padres. Tiene 36 años y con una nómina más que decente, imagínese de qué color es el futuro para la juventud.
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