La culpa fue del cha-cha-chá

Me hace pensar que creen que los valencianos somos unos estúpidos ignorantes, impropio de responsables de tamaña magnitud. Es comprensible que con el calentón de la noche electoral, en la que pierden los comicios y ven el panorama desolador que se les viene encima, no tengan la capacidad de analizar lo que realmente ha decidido la ciudadanía. Ahora bien, ya pasadas 24 horas y tras unos cuántos ibuprofenos, cabe esperar un poco de realismo y autocrítica de los mandatarios a los que los valencianos han enviado al banquillo.

Por supuesto que la forma de gobernar de Sánchez ha influido en el voto porque en nuestra Comunitat se han aplicado las mismas estrategias y socios a la hora de gobernar. Puig tenía a un vicepresidente, al señor Illueca (Podemos), con quien compartía gobierno como socio del Botànic. Illueca ha acusado públicamente a empresarios con nombre y apellidos como si de delincuentes se tratasen, proponía supermercados públicos, control del mercado privado o la creación de una farmacéutica propia valenciana. Desde la irrupción de Podemos en la política, los ciudadanos han provocado uno de los mejores avances de la democracia después del daño que han causado: han borrado del mapa a Podemos.

De Baldoví (Compromís) ¿qué podemos decir? Otro socio de gobierno que lleva chupando del bote en Madrid y que no ha conseguido rascar nada para la Comunitat. Señor Baldoví, ya que se ha repetido tanto en campaña de su condición de docente, aprenda de los vascos.

Y el hasta ahora alcalde Ribó, también culpa de los resultados a la marea de Madrid. No se quiere enterar que se ha pasado de vueltas con la bici, que ha gobernado solo para los suyos, que no se puede ser alcalde a media jornada, que ha arruinado la EMT o que no ha hecho ni una vivienda... ¿Quiere que sigamos con su 'Ribolución', señor Ribó? Hágame caso y disfrute de su jubilación, no sé si merecida después de toda una vida tirando de lo público, pero insisto de nuevo, Benidorm es un buen destino.

Nadie asume responsabilidades. Todos huyen de la cámara y de la foto del fracaso. Hoy no asoma el morro ni el apuntador.