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El peligro no es Vox o los posibles pactos del PP con Vox, tal y como se encarga de transmitir el recién derrotado bloque de izquierdas, el problema es que los que han perdido las elecciones no asumen que tienen que cerrar la puerta por ... la parte de fuera y que Sánchez de hoy es más peligroso que un león herido.
El nivel de agotamiento que hemos sufrido tras meses de disputa política ha tocado fondo, pero es que creyendo que todo había finalizado por lo menos hasta las próximas elecciones a finales de año, va Sánchez, se revuelve en su mala leche y convoca en pleno verano, otra vez, elecciones generales.
Esa pataleta psicópata de salir sin consultar a nadie, menos al Rey porque no le quedaba otra, para convocar nuevas elecciones en menos de dos meses le va a salir caro. Porque puede que haya dudas de a quién votar, pero pocas o ninguna de a quién no votar.
Ni el PSOE se merece un líder como Pedro Sánchez, ni en España nos merecemos a un presidente que antepone sus intereses propios a costa de lo que sea: se subvenciona, se pacta con asesinos, se sueltan delincuentes con delitos de violencia machista, se va de la mano con independentistas y un largo listado que nos ha llevado a este punto de inflexión.
El 23 de julio vamos a decidir si echamos a este presidente, y punto. La lógica indica que Feijóo será el nuevo presidente y responsable de meter en cintura un país cuya deuda traspasa los límites imaginables. No hay opción ni alternativa. El PSOE está preso de su líder, un presidente herido, egoísta, ególatra y narcisista que sabe que pese a haber sobrevivido a batallas increíbles, ésta se antoja difícil de ganar.
Puede que el adelanto de la fecha electoral sea un incordio por aquello de que media España esté de vacaciones y mil variables más, ahora bien, le confieso que cuanto antes votemos, antes acabamos.
A Sánchez le va a salir el tiro por la culata, al tiempo. Sin embargo, cuidado porque no venderá barata su derrota, éste si se va, se irá matando. Ya lo demostró en su gira automovilística para recuperar el liderazgo del partido, aquello que parecía el tour de un loquito y al final resultó que lleva las riendas del país aunque en ocasiones parezca que no haya nadie al volante. Ése es Sánchez, batalla hasta el final.
Y a ver si el PSOE apunta con más atino a la hora de nombrar a su futuro secretario general, porque hoy no hace honor a sus siglas excepto a la «P» de partido. Acabemos cuanto antes con todo esto, por la salud política, por la de España y por la mental de todos los españoles.
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