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A los pobres se les cae la cara de vergüenza y son bastantes. Son una mayoría de profesores que hoy no se sienten representados por los convocantes de la huelga en la educación valenciana, léase los sindicatos STEPV, CC OO, UGT y COS (Coordinadora Obrera ... Sindical). Auténticos profesionales del culo en la silla aunque sea a costa del contribuyente, que para eso pagamos la fiesta entre todos.
Tras ocho años de paz social, silencio en las calles y bolsillos agradecidos a base de riego institucional, llega un nuevo capítulo a la renovada Comunitat Valenciana bajo la amenaza del temido fascismo. Y es que los convocantes alegan que en este primer año de gobierno popular se están recortando los derechos de igualdad en la enseñanza pública.
Ya publicamos en su día la caradura de esta gente que quiere mantener su puesto de trabajo... ¿aunque no haya alumnos? El caso de las Escuelas Oficiales de Idiomas es un claro ejemplo cuando la Conselleria de Educación decide optimizar los recursos, con la eliminación de más de 8.000 plazas de grupos de idiomas a los que la gente no se apunta. Por tanto, sobran profesores (no hay alumnos). El pasado curso se ofertaron más de 40.000 plazas que no se cubrieron, pero hoy salen a la calle tras ocho años de silencio, con el bolsillo lleno y sin alumnos, los que quieren seguir viviendo del cuento chino.
A estos no se les cae la cara de vergüenza, primero porque no la conocen y segundo porque necesitan la paguita del anterior gobierno que los mantenía en silencio. Aquí tenía mucho que decir Compromís y ahora a través de su síndic, Joan Baldoví, afirma que estamos «ante el peor conseller de Educación de toda la historia democrática de este país».
¡Cuidado! Que lo dice un diplomado en Magisterio que estuvo como diputado en las Cortes Generales defendiendo los intereses de la Comunitat Valenciana con más pena que gloria.
¿Resulta llamativo que la líen a las puertas de unas elecciones? Sí. ¿Y que lo hagan en época de exámenes en detrimento del interés de los alumnos? Lo es más aún. Cuando les tocan el bolsillo, ni disimulan.
La docencia es una forma de vida, un trabajo vocacional de gentes por lo general maravillosas y que no se corresponden con las que hoy convocan la huelga. Ser docente (y sindicalista) no está reñido con estar informado, porque parecen no estar al tanto de que la gente votó libertad para elegir colegio y lengua. No olvidemos al gran colectivo docente porque es una inmensa y respetable mayoría. Los de la huelga de hoy son más de paguita que de vocación.
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