Ya saben la importancia de vender el producto, aunque sea el mismo. Pagamos cinco euros por un café en una conocida cadena internacional y euro y medio por el mismo café en el bareto de Anacleto. La diferencia del más caro es que lo sirven ... en un vaso desechable, superchulo, palito de madera con tu nombre en el recipiente mientras esperas a que lo sirvan, decidiendo si caes en la tentación de comerte una cookie (galleta) o una muffin (magdalena de toda la vida de Dios). Ese servicio y ese entorno consiguen que creamos que el valor del producto sea tres veces mayor que el mismo que ofrecen en el bareto de Anacleto.
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Sánchez podrá tener muchos problemas y mayores defectos, pero lo que es innegable es que en el relato gubernamental es el número uno. Es una herramienta que domina como nadie frente a una oposición falta de estrategia y previsión.
El relato de Moncloa vende a los ciudadanos una idea de cómo van a cambiar nuestras vidas visualizándola a través de un lenguaje aspiracional y sencillo. ¿Cuál es el último ejemplo? El de la derecha que persigue una convocatoria de elecciones tras ganar en las europeas y lo único que consigue es darse de cabeza en el muro del relato de Sánchez, una y otra vez. En esta ocasión la izquierda ha salido en tromba a defender los (fantásticos) resultados electorales, felicitándose por plantar cara a las tres ultraderechas españolas: la de Vox, la de Alvise Pérez y ni corto ni perezoso, va y mete al PP en la misma saca. Enfrente, la derecha ganadora sale a ofrecer la misma (casposa y triste) puesta en escena de siempre.
Los populares no pueden con el relato de Sánchez porque las explicaciones que da el presidente del gobierno son culturalmente compartidas y cohesionan a los ciudadanos. De esta forma, Sánchez logra desactivar los razonamientos críticos, transmite de manera simple y sus relatos se convierten en certidumbres, actuando como anestésicos sociales.
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¿Cómo se explica que no se haya desangrado en estos comicios con todo lo que le rodea? La investigación a su mujer, ahora su hermano, el caso Koldo y un sinfín de situaciones que al PP lo llevarían a la destrucción.
A Sánchez se le puede caer la tienda a cachos o sufrir una plaga de cucarachas, que siempre defenderá que el desastre se debe al cambio climático y él está ahí para defenderlo contra aquellos que no creen en las políticas progresistas que mejoren la vida de los ciudadanos. Por eso deberás comprar su café, para ayudarle a combatir a la ultraderecha fascista. El mejor café lo venderá siempre Pedro Sánchez.
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