Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027

Cuando se abre el melón de la defensa de lo público frente a lo privado, salen ejemplos como el de las ayudas que Amancio Ortega ha destinado a las poblaciones afectadas por la dana, siendo más ágiles y eficaces que las que debiera aportar «papá ... Estado». Ya sucedió en Valencia con aquella máquina que donó el señor Ortega para tratar el cáncer y que estuvo guardada y empaquetada en un almacén durante un año, a la espera de que la Generalitat la pusiera en funcionamiento porque no había licencia de obras. Es incapacidad, ineptitud, torpeza e incompetencia de una administración que no sabe atender las necesidades cuando salen fuera de sus protocolos funcionariales.

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Muchos dirán que es muy sencillo tramitar 100 millones de una donación privada frente al reparto de las ayudas públicas, es decir, de un dinero que viene de los impuestos de todos. La realidad es que todos pagamos esos impuestos y lo hacemos para que la administración los gestione para atender las necesidades de los ciudadanos. Ahora es la dana y toda la gente que se ha quedado con una mano detrás y otra delante. ¿Cómo explicamos que somos uno de los países con el mayor número de funcionarios y que tenemos que esperar infinitas colas para tramitar interminables papeleos?

Ayudas de Juan Roig: sencillas, rápidas y tramitadas. Ayudas de Amancio Ortega, idem. Y así con todos los empresarios e instituciones que han decidido ayudar a gente que desespera horas en colas porque han perdido todo, incluido el ordenador que les permitiría evitar las colas con el certificado digital.

Hoy nos encontramos con incendios en los vertederos de coches, lodos en garajes y sin maquinaria suficiente

Por eso, nunca encontramos a los buenos en la gestión política y nos debemos conformar con los de uno y otro bando teatralizando que hacen algo sin mover el culo de la silla, no sea que la pierdan.

Hoy nos encontramos con incendios en los vertederos provisionales de coches, lodos en garajes y sin maquinaria pesada suficiente en las calles.

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La situación resulta desesperante y el paso del tiempo es desolador porque la memoria es frágil y en poco tiempo el recuerdo se diluirá en el fango para dar paso al olvido.

No es suficiente el trabajo de los funcionarios que realizan la tramitación, ni el de los políticos que siguen en la confrontación. Hay miles de empresas que no saben si cesarán la actividad, con cientos de familias que se han ido de su casa para empezar de nuevo en otro lugar, con la señora Mari, que con 83 años, no sabe dónde ir para que la puedan ayudar y le obligan a hacer eternas colas para no sabe exactamente qué. Y así estamos a casi dos meses. Vergüenza.

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