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Elon Musk debe estar en la cama con un disgusto tremendo después de saber que Yolanda Díaz, nuestra ministra de Trabajo, decidiera abandonar la red ... social X: «Después de lo que vimos con Elon Musk ha llegado el momento de salir de ahí y no seguir fomentando el odio». Sucedió que en la ceremonia de investidura de Trump, Musk protagonizó un discurso en el que hizo un gesto muy parecido al saludo nazi y muchos se han rasgado las vestiduras a raíz de este acontecimiento. ¿Saludo nazi? Como todo, es opinable y subjetivo, incluso válido como argumento para salirse de una red social que es un gallinero.
Pero que el árbol no nos impida ver el bosque, porque el minuto uno de presidencia de Trump no deja lugar a dudas. Si estamos ante un presidente más o menos peligroso, lo desconozco, pero que el espectáculo americano está asegurado, es indudable. La política de una temporada a esta parte es puro circo y demagogia, ingredientes que Trump maneja con seguridad, desparpajo y con la ayuda de mucho dinero. Y como la vergüenza no la conoce, la de Trump aparenta ser una legislatura más 'divertida' que la de Biden, que el pobre se dormía en los actos o se iba de bruces al suelo, día sí, día también.
El lunes, Trump inició su mandato con una puesta en escena en la que dilapidó de un plumazo las políticas de su antecesor. Dejó claro que hay dos géneros: masculino y femenino. A partir de ahí, decenas de medidas que afectan al colectivo LGTBIQ+, la migración o el ecologismo, pasando por el indulto a los asaltantes al Capitolio en 2021.
No se corta un duro y rompe acuerdos con la Organización Mundial de la Salud y saca a Estados Unidos del acuerdo del clima de París, entre otras medidas. Se rodea de las personas que más poder y dinero tienen en el planeta, como Musk, dueño de X y consejero delegado de Tesla y SpaceX, al que ha nombrado responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental, con el objetivo de recortar el gasto público. De hecho, ya les ha adelantado a los funcionarios que lo de teletrabajar se va a acabar: todos a la oficina.
Cada vez, vemos más polarizada la sociedad y su reflejo se ve en los gobiernos. Que Yolanda Díaz abandone X, ni le quita el sueño a Musk, ni le sube a usted la nómina a fin de mes. Pero que un condenado vuelva a ser presidente de Estados Unidos y ejecute todo lo que había prometido, significa que tiene la aprobación de todos los que le han votado. Y habrá que preguntarse por qué toda esa gente está de acuerdo y no por qué todas esas medidas son fruto del fascismo.
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