El inicio de año y los nuevos propósitos te llevan a fijar metas del tipo dejar de fumar, adelgazar, estudiar un idioma o hacer algo de deporte. De esto último venía yo a comentar los avances logrados cuando te pones en manos de un gimnasio ... medianamente moderno, de los de ahora. Allí estaba yo, con una rutina de ejercicios específica para cada sesión de entrenamiento, con una aplicación en la que ves cómo se realiza cada ejercicio e incluso una dieta que puedes seguir para rebajar los roscones y polvorones variados de la Navidad. Otra cosa es que quieras seguirla, hoy me toca una tortilla de una clara, una macedonia de frutas y pan con pechuga de pavo. Para comer una ensalada de pasta y no sigo porque no quiero morir de tristeza.
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Como a quien madruga, Dios le ayuda, soy de los que a primera hora le está pegando fuerte a la flexión de rodilla sentado en la máquina. Quince repeticiones, tres series y entre una y otra, levantas la mirada y observas la tele. No hay gimnasio que se precie sin un buen número de televisores, ni gobierno socialista que se precie en crear un problema donde no existe, utilizando todos los medios de comunicación de los que dispone. Desde primerísima hora, yo peleando con las pesas mientras veo a una joven reportera enviada expresamente a la orilla de una playa gallega (con la rasca que debe hacer), dispuesta a mostrarnos cómo recoge de la arena un puñado de pelotillas, más conocidas como pélets. Tan cierto es que, en esta ocasión, hay muchas bolitas de plástico por culpa de un carguero que las transportaba, presuntamente, como que de toda la vida de Dios existen esas pelotillas en prácticamente cualquier playa del mundo. No solamente pélets, sino todo tipo de plásticos y basura porque, 1) el mar lo devuelve todo y, 2) el ser humano es muy guarro.
Lo de los pélets es otra cortina de humo con una campaña mediática grotesca. Tanto como las declaraciones de la portavoz del PSPV en el Ayuntamiento de Valencia, Sandra Gómez, un tanto preocupada, alertando la aparición de estos plásticos en las playas del sur de Valencia. ¿En serio? Se confirma que no hay nada de nada y es que con las que aparecieron (6 pélets) no daba ni para hacer un rosario. Hay elecciones gallegas el próximo 18 de febrero y la guerra política nos está descubriendo un capítulo mediático de pelotillas de plástico en playas gallegas. Pero querer convertir esas pelotillas gallegas en un problema valenciano para «evitar un desastre medioambiental» como indicaba la concejala Gómez, se pasa de rosca.
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