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No hace muchas décadas, algunos recordarán con nostalgia las portadas semanales del Interviú en las que aparecía la foto de una mujer ligera de ropa ... por fuera y prácticamente desnuda en sus páginas interiores. Era por aquel entonces el porno más cercano al alcance de nuestros padres y al nuestro, en caso de que la revista quedar al descuido. Seguro que más de uno tiene grabado en sus retinas la portada de Marta Sánchez o la de la artista italiana Sabrina que cantaba aquella canción titulada 'Boys, boys, boys' mientras se le salía un pecho en mitad de la actuación. Aquello fue más comentado en España que el asunto de Ábalos y sus chicas de compañía, en serio.
Por supuesto, eran otros tiempos, ni mejores ni peores, pero sin el elemento que cambió radicalmente nuestras vidas: internet.
En este sentido, internet lo jodió todo, entiéndame en el mejor sentido de la palabra, porque dio acceso libre y sin límites a un sinfín de contenido sexual y sin ningún control sobre los menores de edad. Lo de ver un par de tetas es lo más suave que hoy se puede encontrar un menor al alcance de su móvil o de su ordenador.
El problema del porno entre nuestros jóvenes ha desembocado en una falsa percepción de la realidad, al creer que las ideas que ven por internet las pueden normalizar.
Más de un tercio de jóvenes comparte contenido sexual con sus parejas y muchos de ellos lo suben a redes sociales con el objetivo de buscar aceptación o fines económicos. Muchos practican el sexting, sobre todo en relaciones a distancia por el deseo de sentirse atractivo o el placer sexual.
La pornografía es un mal silencioso que está dentro de nuestras casas y me alegra saber que desde la administración alguien se preocupa por hacer algo, en mitad de esta tormenta política sin sentido.
Entre dana y dana, ha sido Susana Camarero la que ha presentado un 'Plan de Prevención del Uso de la Pornografía entre Adolescentes' destinado a conocer, enfrentar y combatir este fenómeno.
Nos debiera preocupar que el 80% de los chicos de entre 13 y 18 años considere que el consumo del porno sea una práctica normal. Y me alegra que para ello arranque esta iniciativa con una campaña por colegios, con recursos para los padres, talleres formativos y sesiones de formación a profesionales para proporcionarles herramientas prácticas para tratar a los adolescentes y jóvenes.
La política debiera ser esto, trabajar para poner soluciones a los problemas que tiene la sociedad, en vez de estar enquistados con temas que solo interesan al de un bando o al del otro.
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