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Ya no es agosto el mes entero preferido por todos para desconectar en unas merecidas vacaciones. Sin embargo, hace pocas décadas eras un 'pringao' si el día 1 del susodicho mes no ponías pies en polvorosa. Cambian las formas de trabajo, de cómo nos comunicamos ... y la manera de distribuir el tiempo de conciliación. Esta próxima quincena de julio habrá gente que se coja un par de semanas y tal vez se guarde el resto para repartir entre Navidad, Fallas o las fiestas de su pueblo.
A diferencia de otras décadas también cambia la forma de vivir las vacaciones por una nueva variable en la ecuación que antes no existía y no nos hacía perder tanto tiempo, me refiero al móvil. Estos meses de vacaciones, merecidas para la mayoría, son una gran oportunidad para intentar dejar de lado el enganche digital. Muchos son desconocedores del posible problema de salud mental al que están sometidos por culpa del sobreuso de las redes sociales. Según los expertos a partir de cuatro horas de uso de móvil al día, se puede considerar a una persona adicta al teléfono.
No teníamos ese problema antes de la aparición del móvil y las historias que vivíamos sucedían de verdad y en tiempo real, frente al postureo irreal de la actualidad.
¿Quién no recuerda ese verano en las fiestas del pueblo con los amigos, el perro y las mil aventuras sin cámaras que inmortalizaran aquellos momentos? La vida se sucedía por intensos capítulos sin que nada ni nadie nos parase para echar una foto y estropear aquella magia.
No era mejor, era diferente. Hoy existe una mayoría absorbida por la tecnología y que camina por la calle con la cabeza gacha y condenada a una pantalla de móvil. Todos lo hemos hecho, todos lo hacemos.
Valga esta columna estival de hoy para reivindicar un verano lleno de historias propias, sin móvil, ni pausas que decapiten la belleza propia de los irrepetibles momentos de verano. Dejemos de vivir las falsas vidas digitales de otros para dedicar todo el tiempo a la nuestra propia, que no es poco. Porque el tiempo vuela y es de lo único que realmente disponemos de manera limitada.
La mejor receta para estas vacaciones: bébase la vida y deje de lado la de otros frente a la pantalla del smartphone. Haga que disfruten sus retinas de una puesta de sol sin móvil, grite y salte en un concierto incluso más que el propio artista, ande por las montañas, por la orilla de la playa, coma y beba sin tener que sacar una foto a la botella de vino que se está empujando. Porque realmente en el fondo a la gente le importa un carajo.
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