Urgente La Bonoloto de este viernes entrega 432.112,46 euros a un jugador y deja más de 78.000 en la Comunitat

En España aquello de suspender la depuración de responsabilidades hasta el momento en el que una catástrofe se entienda controlada pasó a mejor vida hace mucho tiempo. Desde aquel trágico 11 de marzo de 2004 se priorizan los objetivos políticos y electorales sobre los puramente ... humanitarios. Y no se crean que me voy a poner estupendo y equidistante, el especialista en esas lides tenebrosas es el PSOE, muy por encima del patoso Partido Popular, que también. Me imagino al ejército de asesores de Moncloa, no analizando desde el punto de vista técnico el desastre natural y organizando las medidas a adoptar para atender las necesidades de los afectados, sino diseñando el discurso -ahora se le llama «relato»- que minimice los daños propios y maximice los del rival político. La responsabilidad primera es indiscutiblemente de la administración que tiene las competencias directas en la gestión de emergencias, la Generalitat Valenciana; sobre todo en lo que respecta a los avisos preventivos dirigidos a la ciudadanía. Ahora bien, no debemos perder de vista que la administración autonómica está sujeta a los sucesivos informes de la AEMET, organismo dependiente del Gobierno central. Estos fueron evolucionando a medida que avanzaba el día. E incluso la Delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, declaraba la tarde del martes que «la previsión de esta alerta roja» era «en principio, hasta las seis de la tarde», y puntualizó, a diferencia de lo que había declarado Mazón momentos antes, que «eso no obsta que pueda alargarse porque la previsión» era que hubiera «lluvia durante todo el día». Unos mensajes un tanto vagos y poco contundentes que pudieron ayudar a que muchos ciudadanos siguieran con su rutina y circularan por unos viales que más tarde se iban a convertir en torrentes de agua mortales y, trágicamente, en sus tumbas. Después llegó la tragedia, la más grande que nuestros ojos han podido contemplar. La naturaleza desatada aplastando al ser humano y el silencio terrible; el de los muertos y el del abandono... Miren, les voy a contar una cosa, llevo dos días intentando escribir mi columnita de todos los martes y me está costando mucho. En el momento en el que estoy frente al ordenador me encuentro abrumado más que indignado. Abrumado por el inmenso dolor que observo en mis paisanos y acogotado por la rabia e impotencia que me produce el abandono a las víctimas por parte del Estado, autonómico o nacional, cuyos dirigentes se han vuelto a enredar en tacticismos egoístas. Ya habrá tiempo para entrar en análisis políticos. Ahora es el momento de dejar espacio a la pala y el duelo. Discúlpenme, no puedo añadir nada más.

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