Urgente Morant pide elecciones anticipadas para justificar su rechazo a la moción de censura contra Mazón

La verdad es que no descarto del todo que dentro de 20 años veamos a Pedro Sánchez asomado a uno de los balcones del Palacio ... Real recayente en la plaza de Oriente dirigiéndose a una masa popular en actitud lanar, envejecido el sátrapa por unas grandes bolsas dibujadas bajo los ojos y por un sobrepeso de 30 kilos disimulado torpemente por una chaqueta marrón de cuello Mao. Una distopía no tan extravagante si hacemos caso de sus continuas demostraciones de narcisismo. Pero, bueno, como no quiero ser alarmista y asumiendo que se producirá una progresión convencional de los acontecimientos, nuestro Apolo de todo a cien -hay que ver lo mal que le sentaba el chaqué que se alquiló con ocasión del acto de juramento de la Constitución de la Princesa de Asturias- antes o después será desalojado de Moncloa y su colchón quemado en una pira purificadora que, sin escatimar en acelerantes químicos, sea especialmente abrasadora. ¿Y luego?

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Se había hecho costumbre que después de un gobierno nacional de un PSOE de demostrada prodigalidad y férreo intervencionismo llegara uno más austero y liberal del centro-derecha representado por el PP para arreglar el desaguisado económico, alcanzando siempre un éxito razonable. Una vez estabilizada la situación y devueltos a los derroteros de una relativa prosperidad, los españoles se volvían a entregar en brazos de los gamusinos turbados, las musarañas de colores y de los de otras quincallerías... y vuelta a empezar en un bucle sin fin. Pues el que crea que este esquema se volverá a repetir, que se vaya desengañando. A la habitual desolación económica que inevitablemente van a provocar los socialistas hemos de sumar, además de una intensa degradación institucional, el agravamiento del problema territorial hasta el probable punto de ruptura. Y es que el siguiente Gobierno no socialista se va a encontrar con la alteración, habiéndose saltado los mecanismos previstos por nuestra Carta Magna, del modelo constitucional de comunidades autónomas, el decaimiento del estado de derecho y una erosión social nunca vista antes. La cuestión principal no es si Pedro Sánchez, si nadie lo evita in extremis, entregará todo lo que haga falta al secesionismo; lo hará sin vacilar. La cuestión es si el que tome el relevo tendrá el coraje de revertir los aspectos más lesivos de los acuerdos que facilitarán el gobierno Frankenstein 2.0, y si aquél estará dispuesto a acometer las reformas estructurales que eviten que otro ágrafo sin escrúpulos y un ego desbordante pueda situar a nuestro país al borde del abismo otra vez. A esos cambios los podríamos bautizar como «cláusulas anti Sánchez».

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