Directo La mascletà de hoy, en directo: dispara Pirotecnia Crespo

Raro será aquél que no recuerde haber visto una fotografía del Monasterio de El Escorial en su libro de Historia del Arte de secundaria. De ... las paredes de este edificio, antonomasia del estilo herreriano que llegó a ser considerado la octava maravilla del mundo, cuelgan cuadros de El Greco, de Tiziano y, destacadamente, del setabense José de Ribera el Españoleto. Cierto es que también fue usado por la propaganda anti española como ejemplo de grandiosidad artística sufragada por «el oro robado a los indios». Es, en realidad, una construcción multifuncional que alberga un monasterio -hoy Agustino, antes Jerónimo- un colegio, una basílica y un humilde palacio real. A los ojos de los aficionados a la Historia y de los melancólicos de la majestuosidad y gravedad de los Austrias como yo este complejo, construido en ese lugar preciso de la sierra de Madrid por su cercanía a una cantera, es un epítome granítico del carácter Habsburgo: dimensiones grandiosas, simetría, recogimiento monacal y austeridad. Para poder contrastar las características diferentes entre las dos grandes dinastías que han reinado España no hace falta más que viajar a unos cuantos kilómetros de allí para visitar el palacio de la Granja de San Idelfonso, un hermoso mini Versalles que se hizo construir Felipe V, éste Borbón, para rememorar su infancia bajo el manto de su abuelo el Rey Sol. Pero volvamos al monumento escurialense en el que el verdadero protagonista es Felipe II. Hacedor del proyecto, estaba obsesionado con la idea de reunir en un mismo lugar los cuerpos de sus venerados padres, Carlos V e Isabel de Portugal, y levantar a su alrededor un monasterio cuyos monjes se encargarían de la eterna vigilia de sus almas; así como delegó en el gandiense Francisco de Borja unos años antes la salvación del espíritu atormentado de su abuela Juana I de Castilla. Sin embargo, he de reconocer que lo que más me impactó durante mi reciente visita al monasterio fue el bellísimo sepulcro de Don Juan de Austria, el hermano bastardo de Felipe II, en el Panteón de Reyes. ¡Frente a mí el mismísimo Héroe de Lepanto! Es ahí que yace el desdichado Capitán General de la Mar porque su hermano mayor, con el que compartió padre y las enseñanzas doctas del valenciano Honorato Juan Tristull, le buscó acomodo mortuorio entre reyes e infantes legítimos movido por la culpabilidad de haber creído las insidias del traidor Antonio Pérez. Como otro Pérez que yo me sé al que una vez un luso llamó Antonio en lugar de Pedro por error... Y así salí de allí, atraído por la sugerente propuesta de ser tan valenciano como españoles fueron José, Francisco y Honorato.

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