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Es bien conocido que Juan de la Cruz Fuster Ortells, alias Joan Fuster, llegó a ser jefe de escuadra de la Falange Española Tradicionalista y ... de las JONS. Sobre las razones que le llevaron a afiliarse al movimiento nacionalsindicalista adoptado por Franco como cuerpo teórico de su régimen dio buena cuenta en una entrevista publicada en 'Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura 1939-1969', obra del politólogo valenciano Sergio Vilar. Según su versión, se vio arrastrado por la afiliación política de su padre, jefe local del carlismo suecano y, después de la Guerra Civil, de la propia Falange. De la lectura de sus confesiones podemos deducir que la relación padre-hijo debió ser razonablemente buena, pues en todo momento el sucursalista mayor del reino justifica la ideología «desviada» de su progenitor y lo envuelve en el manto atenuador de esa ingenuidad tan característica del justiciero social. Dejando de lado las tendencias mercenarias y sus abjuraciones monárquica y religiosa, o incluyéndolas, la evolución ideológica del autor del grimorio 'Nosaltres els valencians' es perfectamente paralela y coherente con la del nacionalismo catalán o vasco. Quizá la menor y desigual penetración en territorio valenciano de la doctrina de las viudas emboinadas del infante Carlos María Isidro fundamentaría la resistencia popular a los procesos de centrifugación territorial. De todos estos obstáculos que el fusterianismo debía afrontar en su camino hacía la integración del «país valenciano» en la «gran Cataluña» destacaba sobremanera la alicantinidad moderna.
En Alicante y su provincia, sobre todo en la capital, había arraigado un fuerte sentimiento regionalista-cantonalista desde la implantación en 1833 de la división en provincias, configuración muy consolidada ya a la muerte de Franco y que hacía peligrar la unidad histórica del Reino de Valencia en el tránsito político hacia el nuevo modelo autonómico democrático. Pero a los sucursalistas nunca les interesó tanto gestionar el complejo carácter regional fruto de la evolución histórica como conservar la integridad territorial para poder ofrendarla al proyecto soberanista catalán. Hoy, muchos alicantinos apoyan la declaración de Alicante como territorio de predominio lingüístico castellano, tesitura administrativa que indiscutiblemente se ajusta más a su realidad social y que la hermana estrechamente con la ciudad de Valencia. Y es que cuanto más arrecie la imposición del valenciano, y ésta enmascare la del catalán y la del antiespañolismo, más nos acercaremos a la segregación del sur de la Comunidad Valenciana.
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