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Doña Guadalupe, he sabido que abandona la tertulia matinal de Herrera en Cope por motivos profesionales. Sepa que lo lamento, pues aprecio sus defensas vehementes ... de los principios constitucionales o de la necesidad de volver a dotar al Estado de herramientas penales contra los secesionismos -también sé que éste es un empeño que le ha costado no pocos enfrentamientos con otros opinadores- con la fuerza y solvencia de los argumentos jurídicos adquiridos durante su formación académica, pero, sobre todo, durante el ejercicio de su brillante carrera como abogada. No dejaré pasar la ocasión de esta columna para darle la enhorabuena por la publicación de sus dos ensayos y de recomendar encarecidamente su lectura. He leído su interesantísimo 'Populismo punitivo', donde describe con valentía y crudeza esos identitarismos, antagonistas de la libertad, que se están imponiendo en nuestra sociedad y generando un ambiente irrespirable que abre un período plúmbeo para nuestra democracia. Pero como usted es inteligente y perspicaz, habrá comprendido a estas alturas que estas primeras líneas, sinceras, pero un tanto almibaradas, lo admito, constituyen el prólogo de una crítica que ojalá interprete como una amable invitación a descubrir. Le advierto, por último, que la dignificaré como antonomasia del español desafecto a la causa de la singularidad de la lengua valenciana, sin que con ello pretenda en absoluto el desdoro de su persona, más al contrario, en reconocimiento de su prelatura.
Aunque ignoro su edad, presumo que usted y yo debemos andar sobre quintas parecidas, así que me puedo hacer una idea sobre cómo transcurrieron sus años de bachillerato por tierras alicantinas cuando la Educación estaba dirigida por el PSPV de Lerma; el programa de estudios era, y es, el mismo para los alumnos de las tres provincias valencianas. Puedo entonces saber qué conocimientos se le impartieron en la asignatura de «valenciano», entre comillas, esa que establecía la catalanidad incontrovertible, deslumbrante, académica y científica del valenciano, lengua centenaria devenida a dialecto bien entrado el siglo XX. Afirmar en el aula lo contrario, digo la singularidad de la lengua propia de los valencianos, te empujaba a la marginalidad de la hechicería entre toscas mamposterías. Añado yo que la desafección alicantina por lo valenciano, fruto de la división territorial de 1833 y de la incapacidad vertebradora e insensibilidad fusterianista de los gobiernos regionales del último medio siglo, podrían haber terminado de configurar su idea general, señora Sánchez, sobre la problemática lingüística que nos atañe (Continuará).
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