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Hace una década, o tal vez menos, lo de la hija de Ana Obregón fruto de una gestación subrogada -vientre de alquiler para las neopuritanas- ... no hubiera sobrepasado los límites de la prensa del corazón; de lo que antes se llamaba el papel cuché. Hoy, de este tipo de noticias se hace cuestión de Estado, con el riesgo de que el asunto acabe en el orden del día de una sesión del Congreso de los Diputados o en una petición a la fiscalía para que empure a un particular. Y es que los gobiernos del «nuevo orden mundial» se inmiscuyen en la vida privada de los ciudadanos más allá de lo tolerable. En el caso de la actriz y presentadora madrileña concurren varias circunstancias que hacen de la noticia una noticia singular más allá del deseo genérico de una mujer de tener un hijo que ya no puede gestar por haber superado hace mucho tiempo el climaterio. Además, hace ahora casi 3 años, la famosa bióloga sufrió la terrible pérdida de su hijo Álex víctima de un cáncer con la edad de 27, entendiendo el daño psicológico que esto puede provocar a una madre. Si bien es cierto que la presentadora del legendario concurso '¿Qué apostamos?' está entrando en la vejez, no lo es menos que su situación económica es suficientemente solvente como para asegurar el futuro de la cría. ¿No es la familia uniparental madre-abuela un nuevo tipo de familia a añadir a la extensísima taxonomía categorizada por el feminismo de la new age? Todo es relativo, pero hasta donde les salga del trigémino a las institutrices rojas. Tampoco debemos dejar de observar que los bebés nacidos de este tipo de relaciones comerciales celebradas en libertad -si una persona se puede auto percibir chihuahua, ¿por qué no se puede auto percibir crátera gestante?- suelen tener relación genética directa con los padres intencionales. En otros tantísimos casos es la infertilidad de los potenciales progenitores, sumada a la dificultad para adoptar un niño en España, lo que empuja a muchas parejas o individuos a acudir a este procedimiento ilegal en nuestro territorio, pero perfectamente lícito en otros países de nuestro entorno cultural como en los EEUU. Y llegamos por fin al quid de la cuestión para el bienquedismo chupiguay: la presunta mercantilización de la maternidad. Sí, se produce una transacción económica, pero el establishment, que además es proabortista, debe afrontar una contradicción moral insuperable: la gestión subrogada en el uso de la libertad de la mujer de disponer de su cuerpo trae vida, mientras que el uso de la libertad de la mujer para abortar la destruye. Por cierto, nadie abrió la boca cuando Bosé o Cantizano hicieron lo propio.
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