El nuevo ministro de Transportes, el polémico Óscar Puente, visita hoy las obras de ampliación norte del puerto de Valencia, donde con toda probabilidad anunciará el desbloqueo de los trabajos tras un año de indefinición. La oposición al proyecto que han mostrado partidos que apoyan ... al Gobierno (ERC) o que forman parte del mismo (Sumar, Compromís y Podemos) ha provocado que una obra que ya se ha ejecutado en gran parte -los diques- quedara a la espera de una decisión final que no llegaba por lo hipotecado que está el PSOE ante sus socios. Que por otra parte no están dispuestos a soltar la presa, como anticipan las amenazas de la formación morada de llevar su rechazo al debate de Presupuestos Generales del Estado, en el que sus votos serán necesarios. En cualquier caso, bienvenida sea esta resolución de un conflicto que durante meses ha puesto en peligro el desarrollo y el crecimiento de una infraestructura líder en tráfico de contenedores y que precisa de este nuevo muelle para no correr riesgo de colapso.
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Desde todos los puntos de vista, la ampliación norte es buena para Valencia. En primer lugar, por su impacto económico, con la creación de puestos de trabajo durante su construcción y para su posterior funcionamiento. Así como para consolidar a Valencia como una de las mayores terminales del Mediterráneo y de Europa, posicionándose en cabeza para atraer empresas y grandes inversiones, tal y como se ha visto con la gigafactoría de Sagunto. En segundo lugar, porque la Comunitat no puede consentir que sus asuntos estratégicos queden condicionados a las negociaciones de un Gobierno entregado a los intereses de los independentistas, entre los cuales está paralizar el crecimiento del Grao, rival directo de Barcelona. Además, en tercer lugar, existe un componente jurídico que no se puede despreciar y es el del valor de los actos administrativos. Sencillamente, no era de recibo que un proyecto que contaba con todos los permisos necesarios -incluyendo la Declaración de Impacto Ambiental- sufriera los vaivenes partidistas. Por último, en términos de imagen, Valencia no se puede permitir tener otro gran proyecto a medio terminar, como el nuevo Mestalla. En cuanto al posible efecto ecológico en las playas del sur, no va a ser mayor que el que viene produciendo el puerto desde hace décadas. Se mire por donde se mire, una buena noticia.
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