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La fama y la gloria de Vicente Barrera se forjó ante los toros. A mí no me gustan los toros, pero puedo llegar a entender que haya gente a la que sí y me consta que no se trata de un asunto baladí, lo de ... ponerse delante de un animal de esas dimensiones. Se puede asumir como un espectáculo, una liturgia, una expresión ancestral de cultura, o se puede uno sentir muy asqueado por esa práctica, pero la verdad es que se trata de una práctica de riesgo, cierta, donde mueren animales y, en muchas ocasiones, las personas salen heridas, y en el peor de los casos, muertas. Así pues, se trata de una situación completamente dramática y real, guste más o menos. El componente de escenificación existe, pero no es lo fundamental, porque la muerte es un factor tan poderoso que ningún tipo de elemento ornamental puede disimular una realidad que siempre es trágica. El componente verdadero de lo que ocurre en una plaza de toros es indiscutible al margen de que a uno el guste más o menos. En esos términos se ha manejado Vicente Barrera durante muchos años. Hasta ahora. Ahora pisa moqueta, la de los palacetes, el suyo o el del presidente de la Generalitat, el popular Carlos Mazón, con el que mantiene una evidente sintonía personal. Hay dirigentes populares que creen que Barrera es «una persona íntegra más allá de sus ideas». En la política, sin embargo, hay ciertas dobleces que casan mal con la integridad. No es lo mismo la arena torera que la moqueta política.
La escenificación, en el terreno de la actividad política, es fundamental. Morir, se muere políticamente, cornadas, también políticas, cogidas, revolcones, pinchazos... todo en términos políticos, afortunadamente. Si acaso en algún parlamento loco te puedes llevar un guantazo, pero en los países civilizados la cosa no va más allá de ese tipo de situaciones, ya de por sí lo suficientemente vergonzosas. Es decir, que todo puede ser muy trágico, pero menos que en una plaza, donde la sangre del toro es tremendamente real. Sobre moqueta, los amigos lo son menos si han acabado atrapados en un proceso judicial. Sobre moqueta, los enemigos pueden acabar siendo socios si las circunstancias así lo requieren. Sobre moqueta, decir digo a veces es decir Diego. Sobre moqueta todo apoyo es susceptible de convertirse en rechazo.
Así pues, Barrera, que ya ha comenzado a lanzar reproches a Feijóo y Génova sobre una política migratoria que, según él, ataca la estabilidad del Consell del PP y Vox, puede acabar teniendo que decidir si tiene ganas de moqueta o si volverá a pisar la arena para que las palabras no se las lleve el viento. O sí. O qué.
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