Urgente Los Bomberos continúan los trabajos para controlar el incendio del bingo de Valencia y desvían el tráfico

Han querido los astros una alineación de planetas sideral. O quizá sea una conspiración, porque hay grandes pistas y, como se suele decir, sólo hay que unir los puntos. Que nadie dude que el fichaje de Mbappé por parte del Real Madrid nos afecta a ... todos los españoles, e incluso a los neozelandeses. No iba a quedar así. Los parisinos debían recibir una compensación, recobrar la ilusión para que la turba no se levante en armas y tome de nuevo la Bastilla, cuyos vestigios reposan en la esquina del Boulevard Enrique IV y el Quai de Celestins. Es un asunto que preocupaba en el Elíseo, que en su momento ya paró la salida del delantero francés, astro mundial. Así pues, desde hace tiempo, años, se hablaba, en círculos diplomáticos, de cómo podría España, como país y reino, satisfacer y ajustar cuentas con la Ciudad de la Luz.

Publicidad

Y ahí entra en liza Ximo Puig.

El presidente pudo ser ministro, eso es archisabido porque se repitió hasta la saciedad. Quizá ocurrió como con Feijóo, que no ha sido presidente porque no le ha dado la gana. O es posible, más bien probable, que Sánchez decidiese incluir al expresidente de la Generalitat en la operación. Es sabido, también, que Puig es seguidor del Real Madrid, por lo que se trata de una persona sensible a las necesidades de todo esta complicada maniobra. De tal modo que, finalmente, realizando un sacrificio difícil de calibrar, Puig hará la maleta y se irá a París para ejercer de embajador en la OCDE. De forma que si los franceses pierden a un valor futbolístico mundial, el consuelo les llega en forma del «mayor activo político del PSPV».

Y es por ello lo de Diana.

Porque cuando uno sacrifica a su principal capital, alguien que pretendía continuar en Les Corts, en el Senado... una especie de palanca federalista, pues eso debe ser compensado de algún modo. Si los parisinos debían ser contentados tras perder a Mbappé, los valencianos en general y el PSPV en particular clamaban por recibir algo a cambio de la ausencia de Puig. Al menos, mantendrá la oficina de expresidente, que de haberla cerrado no sé cómo podríamos llenar ese vacío. Así que, tras mucho pensar, la solución, obviamente, pasaba por la aportación de Diana Morant. Sí, ciertamente, el Gobierno de Sánchez se ve mermado de uno de sus puntales, conocida y valorada en su justa medida. La ministra tendrá que alternar su actividad al frente del PSPV con la tutela de la ciencia, la innovación y las universidades españolas. Se trata, por tanto, de una ecuación de finos equilibrios y ofrendas, procedentes de una vocación por el servicio público fuera de toda duda, pero es que París bien vale una misa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad